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Cifra de muertos en Filipinas asciende a 3.633; rescatistas siguen hallando cadáveres

Por Sebastián Jiménez Valencia

Por Jethro Mullen, Ben Brumfield y Chelsea J. Carter, CNN

(CNN) — Más de una semana después que el tifón Haiyan arrasó gran parte de la región central de Filipinas, la devastación es contundente: comunidades enteras aplastadas, miles de muertos y cerca de 2 millones de personas desplazadas.

La llegada en los últimos días de cientos de trabajadores con ayuda y las tropas militares se ha visto como una puerta abierta a la ayuda humanitaria —comida, agua y suministros médicos—; aunque ésta llega de manera esporádica a las zonas más afectadas.

Los equipos continuaron este sábado recogiendo los cuerpos de las calles, con un número de víctimas elevándose hasta los 3.633, según la cifra de muertos oficial de la agencia nacional de desastres.

El número de heridos se situó en 12.487, informó el Consejo Nacional para la Administración y Reducción del Riesgo de Desastres. Al menos 1.179 personas están desaparecidas.

Para algunos de los que sobrevivieron a la tormenta monstruosa la ayuda llegó demasiado tarde.

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Richard Pulga, de 27 años, murió este viernes, siete días después de sobrevivir a la oleada de la tormenta masiva y feroces vientos que arrasaron gran parte de la ciudad de Tacloban, localidad de más de 200.000 personas.

Pulga sufrió en un inicio una "fractura abierta de los huesos de la espinilla", según los médicos que trabajan en una clínica dañada. Luego contrajo una "terrible infección" que lo dejó en la necesidad de una transfusión de sangre. Pero sin el banco de sangre funcionando, finalmente murió, dijeron los médicos.

La cifra de muertos podría subir aún más con un adicional de 1.000 bolsas para cadáveres enviadas a las provincias, mientras el consejo de desastres anunció que las operaciones de búsqueda y rescate continuaron en Tacloban.

El director ejecutivo del Consejo Nacional de Desastres, Eduardo Del Rosario, dijo que las bolsas estaban en espera, dado que la mayoría de los cuerpos ya han sido enterrados en fosas comunes o reclamados por sus familiares.

La agencia nacional de desastres dijo que más de 9 millones de personas se vieron afectadas en 44 provincias, 536 municipios y 55 ciudades. Cerca de 2 millones son desplazados, y unos 400.000 habitantes están en refugios temporales.

Oficialmente, 801 cuerpos fueron contados en Tacloban este viernes, pero miles de personas murieron en la ciudad capital de la provincia de Leyte, donde barrios enteros fueron barridos hacia el mar.

Ironía

Algunos de los que normalmente proporcionan ayuda se vieron ahora necesitados. Ryan Cárdenas, de la Armada de Filipinas, ayudó en los esfuerzos de recuperación en los últimos dos años después de los ciclones que dejaron cientos de muertos.

Pero cuando Haiyan impactó la estación naval de Tacloban donde estaba acuartelado, él y otros marineros no estaban en condiciones de ayudar a los demás inmediatamente, sino que se aferraban a la vida sujetándose a las vigas en las barracas.

Su oficial al mando, que estaba en un edificio muy dañado por la tormenta, usó un baúl de madera de palomera para protegerse y sobrevivir.

Después, los marineros ayudaron a recuperar los cuerpos  de acuerdo con Cárdenas. Uno encontró a su madre sentada y sin vida junto sobre lo que era una pared.

"Esto es lo peor", dijo Cárdenas, tomando un respiro al intentar reparar una pieza de mobiliario dañado. "Somos las víctimas y los equipos de rescate".

Alguien por quien vivir

Un hombre quien dijo que su esposa e hijo se ahogaron afirmó que no puede sacar las imágenes de ellos de su cabeza.

"El primero que vi fue a mi hijo menor", explicó. "Se desmayó, y luego se ahogó. El agua estaba tan rápiao. Y entonces mi esposa, cuando traté de agarrarla, la perdí. Entonces se ahogó, y nunca la volví a ver".

Desde la semana pasada, dijo, ha estado pensando en quitarse la vida, pero no lo ha hecho debido a que todavía tiene un niño que lo necesita.

Jethro Mullen informó desde Tacloban, Ben Brumfield y Chelsea J. Carter escribieron e informaron desde Atlanta. Anna Coren colaboró desde Cebú; Karen Smith y Tom Watkins colaboraron desde Atlanta.