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Medio Oriente

Avión ruso derribado representa el mayor desafío para la OTAN desde la Guerra Fría

Por Nic Robertson

(CNN) -- El pensamiento tranquilo, relajado y bien definido que hizo que la alianza de la OTAN se mantuviera intacta mientras resistía la Guerra Fría con la Unión Europea se ha hecho pedazos.

Décadas de cuidadosa diplomacia y una inactividad inquietante durante la carrera armamentista que tuvo el potencial de aniquilar al mundo en los años cincuenta, sesenta y setenta, parecen haber sido sacrificadas en unos cuantos segundos por parte de Turquía.

En esos momentos del martes en los que aviones de la Fuerza Aérea Turca derribaron un avión bombardero ruso, el presidente ruso Vladimir Putin también recibió un objetivo estratégico: desestabilizar y dividir a la OTAN.

Y otros aspectos de igual forma pudieron haber sido sacrificados. Cualquier posibilidad de ponerle un final rápido a la guerra en Siria ahora parece haberse esfumado.

Putin ha estado tratando de socavar la unidad de la OTAN desde hace años. Ya sea con aviones rusos que vuelan en el espacio aéreo báltico, con antiguos bombarderos que pasan por la costa de Gran Bretaña, con la desestabilización de Ucrania y la anexión de Crimea, él ha provocado a la OTAN, probando su determinación y haciendo indagaciones para su división.

En aquel entonces, la OTAN —una alianza militar formada después de la Segunda Guerra Mundial por los países de América del Norte y Europa Occidental que ahora cuenta con 28 estados miembros comprometidos a defenderse unos a otros— se mantuvo firme como una sola.

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El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que ese seguía siendo el caso el martes después de una reunión de emergencia organizada para que Turquía le explicara a sus aliados lo que había sucedido.

"Como lo hemos dicho en repetidas ocasiones, manifestamos solidaridad hacia Turquía y respaldamos la integridad territorial de nuestro aliado de la OTAN, Turquía", dijo.

Sin embargo, funcionarios alemanes y checos ya están expresando su sorpresa ante la acción de Turquía, la cual tomó luego de que el avión ruso estuviera dentro del espacio aéreo turco durante 30 segundos o menos, según cálculos de Estados Unidos.

El presidente Barack Obama dijo que Turquía tenía derecho a defender su espacio aéreo y añadió que esperaba hablar con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en los próximos días para obtener más información.

¿Perdieron la oportunidad?

Tanto Obama como su invitado a la Casa Blanca, el presidente francés Francois Hollande, instaron a Rusia a atacar objetivos de ISIS en Siria, en coordinación con su coalición, en lugar de realizar ataques por su cuenta.

Tal vez eso pareció ser más posible esta semana, cuando tanto Francia como Rusia lamentaban las pérdidas que sufrieron a causa del terror de ISIS, y cuando en conjunto intercambiaban sus tragedias nacionales por acuerdos mutuos a fin de encontrar una solución en Siria.

Hollande perdió a 130 personas a manos de ISIS en los atentados de París este mes y Putin, a 224 a manos de bombarderos terroristas que hicieron estallar un avión de pasajeros ruso unas semanas antes. Así que ambos tienen una autoridad moral para impulsar la acción colectiva.

Este fue un momento singular en la diplomacia internacional, y algunos diplomáticos estaban empezando a pensar que la política de Rusia en Siria y su apoyo hacia Bachar al Asad podría cambiar. No rápidamente, ni de manera fácil, pero la oportunidad estaba ahí.

Y Erdogan la ha desaprovechado.

Victoria para Putin

El derribo del avión ruso huele a aquello de lo que los enemigos de Erdogan lo acusan —aspiraciones para resucitar el imperio otomano— y lo deja expuesto a las afirmaciones de que es demasiado leve con los islamistas radicales. Putin ha ido más lejos, al afirmar que Erdogan, el jefe de Estado de un miembro de la OTAN, se está poniendo del lado de los terroristas.

Y es por eso que —al primer análisis— esto parece ser un desastre, más allá de la pérdida de la vida de uno de los pilotos y un rescatista.

También puede ser una ganancia para Putin.

Por todos esos años en los que estuvo tratando de socavar la unidad de la OTAN, la medida precipitada de Erdogan le ha dado lo que buscaba en una bandeja.

Podemos aprender qué fue lo que condujo al ataque, pero ya todo está hecho.

Los socios de Erdogan de la OTAN ahora solo pueden verlo como una bala perdida, un elemento inestable en una situación muy inflamable. No es un socio estable capaz de mostrar el ánimo tranquilo que hizo que la alianza resistiera la Guerra Fría. Erdogan ha lanzado toda la mesa de juego al aire.

Y en otros sitios, ISIS observa.