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Opinión

El 'bromance' de Trump y Putin podría dividir a Occidente en dos

Por John Hemmings

Nota del editor: John Hemmings es un investigador doctoral de la London School of Economics y miembro adjunto del CSIS en Washington. Las opiniones en este artículo pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) -- Cuando el Financial Times y la revista Time eligieron el presidente electo y confirmado Donald Trump como su personaje del año, las publicaciones no dieron tanto un aplauso, sino un reconocimiento de que su elección es un evento decisivo para Occidente.

Ciertamente, representa un desafío mayor para las políticas de seguridad y de exteriores de la amplia comunidad de naciones conocida como la alianza occidental.

Solo dos años después de que Rusia ocupara ilegalmente el territorio soberano de una nación en Crimea y de que comenzara una guerra por el poder en el este de Ucrania, un líder estadounidense ha llegado a la Casa Blanca con la promesa de mejorar la relación con Moscú.

¿Cómo este "giro de Trump hacia Rusia" afectará a la seguridad europea, y qué impacto tendrá su línea cada vez más dura contra China sobre los aliados asiáticos de Washington?

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Trump ha revelado una y otra vez durante la campaña y ahora, de forma más inquietante y en medio de la polémica por el hackeo durante las elecciones, una voluntad de darle a Moscú el beneficio de la duda.

¿Un punto débil para con líderes autoritarios? No tan rápido...

Sin embargo, a pesar de su aparente punto débil para con los líderes autoritarios, Trump no ha extendido esta simpatía hacia el presidente chino, Xi Jinping.

A raíz de la llamada telefónica de Taiwán y la ambigüedad del presidente electo sobre la "política de una sola China", los chinos han respondido haciendo volar un bombardero sobre el Mar de China Meridional.

También han llevado a cabo simulacros de combate en el nuevo portaaviones del Ejército de Liberación del Pueblo y han revelado que están armando sus bases ilegales en el Mar de China Meridional, uno de los carriles marítimos más transitados del mundo.

Luego, el viernes, China capturó un dron subacuático en el Mar de China Meridional.

El país usó sus medios estatales para declarar que "el dron que emergió del Mar de China Meridional es la punta del iceberg de la estrategia militar estadounidense hacia China".

El presidente electo y confirmado Trump ha respondido de la manera en que suele hacerlo, tuiteando: "China roba un dron de investigación de la Marina de Estados Unidos en aguas internacionales, lo saca del agua y se lo lleva a China en un acto sin precedentes", y "deberíamos decirle a China que no queremos el dron que se robó. ¡Que se lo queden!".

¿Un Kissinger al revés?

Algunos comentaristas, como David Martin Jones en The Telegraph, se han preguntado si Trump está intentando ejecutar una estrategia al revés de lo que hizo Henry Kissinger al construir lazos con Moscú mientras los congela con China.

Aunque esa jugada diplomática es técnicamente factible, ¿será probable? Después de todo, el presidente ruso, Vladimir Putin, está en este momento bien posicionado frente a Beijing.

Aunque China se ha vuelto claramente el socio dominante, y su estrategia de "Un cinturón, un camino" unilateralmente consolida su influencia sobre Asia central a expensas de Rusia, los chinos han sido muy cuidadosos de decirle a los rusos que están de acuerdo con ellos pero no los apoyan, y de darles la cara que Moscú anhela.

Los lazos de Putin con el líder chino, Xi Jinping, son comúnmente descritos como un "bromance" o relación afectiva, ya que se han reunido en 19 ocasiones en cuatro años.

El comercio entre los países se multiplicó a raíz de las sanciones occidentales contra Rusia por el asunto de Crimea, y las fuerzas de defensa de las dos naciones están cada vez más cerca.

En septiembre pasado, las fuerzas rusas hicieron simulacros junto a sus contrapartes chinas, en aparente apoyo a las reclamaciones de Beijing.

Como consecuencia, cualquier idea que Trump pueda tener sobre dividir a los gigantes continentales debería ser moderada por la realidad. Simplemente no estamos en la posición en la que estábamos en la Guerra Fría, donde Beijing y Moscú eran enemigos y le dieron la bienvenida al balance estadounidense.

¿Trump dividirá a Occidente en dos?

Así que, si un intercambio al estilo Kissinger no está en las cartas, cuáles serán los efectos de la nueva política exterior de Trump? Infortunadamente, es probable que su política exacerbe las tensiones ya imperantes en la alianza occidental, en la que los aliados europeos, mientras la Unión Europea, la OTAN y Suecia, se miden contra Rusia mientras que le dan una cálida bienvenida a las relaciones diplomáticas y al comercio con China.

El polo opuesto es el Pacífico, donde Washington y sus aliados, preocupados por las intenciones de China en el Mar de China Meridional, están lidiando contra Beijing mientras mejoran los lazos con Rusia.

Aunque puede que no parezca mucho, es probable que esta división parta a Occidente en dos, mientras que a Rusia y China esto poco les preocupa.

Hay varios y reales peligros que podrían surgir de esto: los europeos podrían suavizar el embargo de armas contra China, o amortiguar sus críticas contra las estrategias chinas en el Pacífico aún más de lo que ya lo han hecho.

Washington, por su parte, podría anular las sanciones contra Rusia, legitimando de forma efectiva la primera invasión territorial de un Estado por otro en la historia de la posguerra.

Este no sería un buen presagio para los países bálticos.

Así que, ¿qué se puede hacer? Bueno, aún falta algo para el 20 de enero. El gabinete de Trump aún está formándose y es difícil saber cuánto representan sus tuits sobre política exterior las posiciones futuras reales de su administración.

Además, su administración puede ser desafiada, ya sea por el escándalo de hackeo o incluso por un rechazo de sus políticas por parte del establishment político de Washington.

Los presidentes de Estados Unidos son notoriamente dependientes de otras ramas del gobierno para implementar sus políticas.

Muchas cosas podrían chocar, haciendo de Trump un presidente fácil de atacar incluso antes de que se siente en su despacho en la Oficina Oval.

Independientemente de esta incertidumbre, ni estadounidenses ni europeos se pueden permitir ignorar la muy real posibilidad subrayada arriba de que el intento de Trump por dividir a dos Estados autoritarios redundará realmente en dividir a Occidente.

Mucha diplomacia y diálogo interinteligencias serán necesarios en los próximos cuatro años. Nada más sino el futuro de un mundo liberal y regido por el imperio de la ley está en juego.