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Opinión

¿Por qué Donald Trump debería hacer de Corea del Norte una prioridad?

Por Cory Gardner

Nota del editor: El republicano Cory Gardner es senador por el estado de Colorado. Anteriormente fue representante por el cuarto distrito del mismo estado en la Cámara de Representantes. Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) -- La fallida política del gobierno de Obama de "paciencia estratégica" hacia Pyongyang contribuyó al rápido desarrollo del arsenal norcoreano de destrucción masiva. La aceleración de su programa de misiles nucleares y balísticos representa una grave amenaza para la paz y la estabilidad mundial, y una amenaza directa para la patria estadounidense en un futuro inmediato.

En pocas palabras, hacerse los ciegos ante Corea del Norte produjo uno de los más grandes y complejos desafíos de seguridad que debe enfrentar el entrante gobierno de Trump. Por lo tanto, es imperativo que el próximo gobierno no solamente aumente la presión sobre el régimen, sino que trabaje con el Congreso, la comunidad internacional y nuestros aliados en la región para contrarrestar la agresión norcoreana.

El aumento de los ensayos nucleares por parte de los norcoreanos es una evidencia de que su capacidad está en crecimiento y que su asesino líder, Kim Jong-un, se vuelve cada vez más beligerante y provocador.

El Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional ha estimado que Corea del Norte podría tener actualmente al menos unas 20 cabezas nucleares, aunque la corporación Rand cree que los norcoreanos tienen el potencial para poseer unas 100 cabezas nucleares en los próximos cinco años. Recientemente, el régimen llevó a cabo su quinto y más grande ensayo nuclear con un rendimiento explosivo estimado de diez kilotones de TNT en septiembre del 2016, en lo que fue su segundo ensayo del año.

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Los ciberataques norcoreanos han crecido tanto en número como en sofisticación. Según un reciente reporte del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales "Corea del Norte está emergiendo como un actor significante en el ciberespacio tanto con organizaciones militares como clandestinas, adquiriendo la habilidad de llevar a cabo ciberoperaciones". En adición al muy reportado hackeo a Sony Pictures en el 2014, los norcoreanos han vulnerado con éxito instituciones civiles y militares surcoreanas, y entre sus logros se ha reportado la obtención de los planos de los componentes del jet estadounidense F-15.

Las actividades maliciosas de los norcoreanos se extienden más allá de su programa de armas y los ciberataques. Corea del Norte es uno de los primeros violadores de los derechos humanos a nivel mundial. Según un reporte del 2013 de Amnistía Internacional, el régimen tiene detenidos a cerca de 200.000 hombres, mujeres y niños en campos para prisioneros políticos, donde están sujetos a lo que las Naciones Unidas describe como "atrocidades indecibles".

Tras años de inacción, el Congreso se pronunció contra el comportamiento beligerante de Kim Jong Un al aprobar el Acta de Sanciones contra Corea del Norte y el Refuerzo de la Política en febrero del 2016, en la que constituyó la primera ocasión en que el Congreso impuso sanciones obligatorias a Corea del Norte. El presidente Obama le dio carácter de ley solo días después, un reconocimiento de que su política de "paciencia estratégica" no tuvo éxito y de que es tiempo de un nuevo enfoque para disuadir a Pyongyang. Esta legislación fue también la primera en ordenas cibersanciones contra Corea del Norte, pero el gobierno de Obama no lo ha hecho hasta la fecha.

Aunque el actual gobierno ha implementado algunas partes de la Ley de Sanciones contra Corea del Norte y el Refuerzo de la Política, aliento al entrante gobierno de Donald Trump a continuar con la plena implementación y, lo que es más importante, con el refuerzo de las sanciones subrayadas en la legislación.

En particular, urjo a la nueva administración a usar las denominadas "sanciones secundarias", que son dirigidas contra entidades o compañías que le ayudan a Pyongyang a desarrollar su comportamiento ilícito. Muchas de estas compañías tienen su sede en la República Popular China y EE.UU. no debe tener miedo de enfadar a Beijing por ir tras ellos. Aunque el gobierno de Obama ha sancionado y acusado a cuatro nacionales chinos y a una compañía residenciada en China por sus lazos de negocios con el programa armamentístico norcoreano, hay muchas más que el Departamento del Tesoro puede, y debe, castigar con sanciones financieras.

Debido a la falta de reales mecanismos de refuerzo, es imposible saber si China, el más grande socio económico de Corea del Norte, ha cumplido fielmente con las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas relativas a los norcoreanos, y Estados Unidos ha hecho poco para resolverlo. Este es el motivo por el que urjo al gobierno Trump a inmediatamente perseverar e implementar una amplia gama de sanciones económicas y criminales unilaterales sobre cualquier entidad que viole las sanciones contra Corea del Norte. Nuestro mensaje debe ser claro: si haces negocios con Pyongyang, enfrentarás la ira completa de las sanciones estadounidenses.

Aunque las sanciones son una herramienta importante para disuadir a Pyongyang, es también esencial que EE.UU. le asegure a sus aliados, Corea del Sur y Japón, que cualquier agresión por parte de los norcoreanos se traducirá en un inquebrantable apoyo diplomático y militar estadounidense. Estados Unidos debería continuar con los ejercicios de muestra de fuerza cerca de Corea del Norte para demostrarle al régimen que pagará un precio muy alto por cualquier agresión hacia nuestros aliados en la región, tales como los sobrevuelos de los bombarderos B-1 en septiembre.

Adicionalmente, debemos acelerar la puesta en marcha del sistema de defensa antimisiles THAAD (Terminal High Altitude Area Defense) en Corea del Sur para proteger a nuestros aliados y a las decenas de miles de soldados estadounidenses en la región. También urjo al gobierno Trump a explorar posibilidades para acciones asimétricas para incrementar las sanciones contra el régimen, así como una nueva designación de Corea del Norte como un Estado patrocinador del terrorismo, despojando a Pyongyang de su asiento en las Naciones Unidas, o imponiéndole un embargo mundial de comercio.

En orden de contrarrestar las amenazas norcoreanas, Estados Unidos debe reforzar sus alianzas en la región y construir una genuina y duradera alianza trilateral con Corea del Sur y Japón. Los recientes ejercicios trilaterales de defensa contra misiles y la firma de un acuerdo para compartir información de inteligencia entre Seúl y Tokio han sido desarrollos históricos y debemos continuar construyendo este progreso.

Aunque la política estadounidense hacia Corea del Norte se ha reforzado con la nueva legislación sancionatoria, aún no tenemos a un Pyongyang pacíficamente desarmado, y esa debería ser una meta fundamental e inquebrantable. Mediante una política de fuerza, el entrante gobierno de Trump debería aprovechar la oportunidad inmediata para verse bien claro contra Kim Jong-un, mostrarle a nuestros aliados nuestro compromiso de enfrentarnos a los tiranos y garantizar la paz y la estabilidad en todo el mundo.