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Perú

De Maquiavelo a Cantinflas: Gobierno y fujimorismo vuelven a declararse la guerra en el Perú

Por Fernando Berckemeyer

Nota del editor: Fernando Berckemeyer es un periodista peruano egresado de la Pontificia Universidad Católica de Perú, con maestría en leyes de Harvard. Es el vicepresidente regional de la Comisión de la Libertad de de Prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa. Es director del periódico El Comercio (2014-2018). Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.

(CNN Español) – Está oliendo a quemado en el Palacio de Gobierno de Perú.

El presidente Martín Vizcarra venía en una racha muy exitosa desde que en su discurso anual del 28 de julio aprovechó el escándalo ocasionado por los audios del caso Lava Juez para empoderarse frente al Congreso fujimorista y llamar a un referéndum.

Como resultado de esa muestra de decisión, Vizcarra salió disparado hacia adelante en la aprobación popular con un alza de 15 puntos, mientras que Keiko Fujimori siguió el camino inverso y alcanzó una desaprobación récord del 80%.

Sin embargo, esta semana los peruanos nos hemos enterado de que, en su carrera por afianzar a su gobierno, a Vizcarra lo perseguía un rabo de paja. Y ha sido a ese rabo de paja al que ha acercado sus fósforos Keiko Fujimori, al revelar que el presidente había mentido públicamente cuando declaró, poco después del discurso de julio, que nunca se había reunido con ella.

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Más seriamente aún, dos voceros del fujimorismo han sostenido posteriormente que en realidad a Vizcarra no lo perseguía uno, sino dos rabos de paja, pues se había reunido con ellos cuando buscaban vacar a Pedor Pablo Kuczynski, de quien Vizcarra era vicepresidente.

Una versión que se hace muy creíble, cuando uno recuerda el rol protagónico que tuvo en la caída final de Kuczynski quien hoy es el primer ministro del gobierno de Vizcarra: César Villanueva Arévalo.

Por supuesto, de los dos rabos de paja en ese juego de tronos que se ha vuelto la política peruana, el más serio no es el del complot, sino el de la torpeza. ¿Cómo pensó Vizcarra que podría salir libre de una mentira cuyo secreto dependía de la rival a la que acababa de enfrentar? ¿No notó acaso que si el fujimorismo pudo forzar la renuncia de PPK fue justamente por una mentira, también fácilmente destapable?

Mientras que desde el Congreso, por primera vez desde la caída de PPK, ha vuelto a pronunciarse la palabra “vacancia”, y mientras su premier defiende a Vizcarra por sus reuniones, el presidente debe enmendar rápido su actitud y asumir que uno no puede jugar a Maquiavelo si luego la va a hacer de Cantinflas.