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Política

¡Por fin!: Alguien puso el país por encima del partido

Por Dan Restrepo

Nota del editor: Dan Restrepo es abogado, estratega demócrata y colaborador político de CNN. Fue asesor presidencial y director para el Hemisferio Occidental del Consejo Nacional de Seguridad durante la presidencia de Barack Obama.

(CNN Español) -- Por fin alguien puso al país por encima del partido.

Esta semana, enfrentados con un líder impredecible que insiste en tratar de eliminar (aunque sea brevemente) los contrapesos institucionales, casi dos docenas de políticos conservadores decidieron contradecir a ese líder. Y lo hicieron a pesar de las amenazas y la actualización de esas amenazas de consecuencias políticas negativas emitidas por ese supuesto líder político.

Desafortunadamente para los que vivimos en EE.UU., no ocurrió aquí sino en Reino Unido.

El recién posesionado primer ministro Boris Johnson, campeón de uno de los errores democráticos más grandes en la historia de las democracias —el brexit— presentó el 28 de agosto un plan para suspender el Parlamento y así negarles la oportunidad de frenar su insistencia en que el Reino Unido salga de la Unión Europea sí o sí el 31 de octubre.

Ese deseo de evitar cualquier freno por parte del Parlamento —un sentimiento común entre neopopulistas de todas marcas— resultó en algo que ha estado ausente frente estos populistas modernos en los últimos años: el ejercicio de los principios y el coraje político.

Johnson, inesperadamente, se encontró enfrentado con un levantamiento dentro de su propio partido que votó, históricamente, para quitarle control de la agenda parlamentaria al primer ministro. Y luego votaron aún más miembros del partido conservador, a pesar de que los rebeldes originales fueron expulsados del partido en retribución por Johnson, para prohibir una salida de la Unión Europea el 31 de octubre sin un acuerdo sobre el futuro de la relación entre Europa y el Reino Unido.

Los rebeldes defendieron los principios y las instituciones, algo fundamental para que una democracia funcione de la manera debida.

Al otro lado del Atlántico, ese coraje sigue ausente con consecuencias negativas no solo para la democracia estadounidense sino también con implicaciones para nuestros vecinos y el mundo.

Esas consecuencias se ven, por ejemplo, en los acontecimientos recientes en la odisea del muro de Trump, lema electoral que se convirtió en una confrontación entre poderes institucionales en EE.UU.

Esta semana, el gobierno de Trump anunció que va a quitarles unos US$3.600 millones del presupuesto de las Fuerzas Armadas para construir el muro. Un robo potenciado por la falta de principios y coraje de los republicanos en el Congreso.

Trump tuvo que quitar dinero de otros proyectos y programas militares porque el Congreso, ejerciendo su autoridad constitucional de control de presupuestos, le negó fondos para la construcción de un muro absurdo que no contribuirá en nada a los intereses nacionales de EE.UU.

Pero Trump tuvo la oportunidad de hacer lo que hizo esta semana, a fin de cuentas, porque los miembros de su partido siguen escogiendo el partido sobre el país.

En febrero, Trump declaró una emergencia nacional con respeto a la frontera para ampliar sus poderes bajo una ley de emergencias del siglo pasado. Esa ley le da la oportunidad al Congreso de anular cualquier declaración de emergencia con voto mayoritario en ambas salas legislativas. Ambas salas del Congreso actuaron y lograron pasar una resolución negando la emergencia.

Frente a un veto del presidente Trump, los republicanos en la Cámara de Representante decidieron no poner país por encima de partido y 181 de los 195 republicanos en la Cámara apoyaron la declaración de emergencia del presidente cediendo el control de fondos, un poder fundamental del Congreso en nuestro sistema.

Ahora avanzará el símbolo principal del nacionalismo blanco trumpista: un muro que, por supuesto, Trump prometió una y otra vez que México pagaría. Si Trump logra quitarle terreno a ciudadanos estadounidenses para construirlo, el muro se sumará al reciente abuso de aranceles como herramienta de extorsión en el tema migratorio, como veneno a mediano y largo plazo para la relación más importante que tiene EE.UU. en el mundo: la relación con México.

Políticos conservadores de principio han defendido los intereses del Reino Unido intentando salvar el futuro de su relación con sus vecinos a pesar de un líder insistente que pretende minar esos intereses.

Ojalá que pronto sus contrapartes en las viejas colonias les sigan el ejemplo.