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Opinión

Cómo nuestros móviles se convirtieron en el monstruo de Frankenstein

Por CNN en Español

Por Andrew Keen*

(CNN) — Una vez más el Congreso Mundial de Teléfonos Móviles, el evento de telefonía más extravagente del mundo, se lleva a cabo en Barcelona. Pero realmente deberían organizarlo en Ginebra, cerca de donde Mary Shelley inventó a Frankenstein.

¿La razón? Con nuestra creciente adicción a nuestros teléfonos móviles estamos en peligro de crear un monstruo que cada vez es más y más difícil de controlar.

¿Exagero? Veamos, ¿cuándo fue la última vez que saliste sin tu smartphone? ¿Qué tan desnudo o tan perdido te sentiste sin él?, ¿Cuánta información esencial, y me refiero a cosas personales que no quisieras que nadie más viera, guardas en tu teléfono móvil?

Compañías como Nokia, HTC, Samsung y LG expondrán los beneficios de su tecnología, que según ellos, te empoderan. Pero la verdad es que estos aparatos, cada vez más inteligentes, en realidad nos debilitan. Prueba de ello es la tenobrosa realidad de que sin ellos sería más complicado poder enfrentar la vida diaria.

Ya conocemos algunas de las desventajas de los celulares. Por ejemplo, en noviembre pasado, la epidemióloga y escritora americana, Dra. Devra Davis, me habló sobre su investigación respecto al hecho de que nuestros celulares pueden provocarnos cáncer.

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Después apareció Robert Vamosi, experto en seguridad, quien me explicó cómo nuestros gadgets móviles abonan a que podamos ser espiados. Vaya, hasta escribió un libro que tituló “Cómo nos traicionan nuestras tecnologías: El lado oscuro de nuestro encaprichamiento con las nuevas tecnologías”.

Vamosi no exagera al hacer referencia a este tema. Existe todo un ecosistema que se está desarrollando alrededor de nuestros aparatos móviles diseñados para espiarnos. El Wall Street Journal publicó una serie de estremecedoras series tituladas “Lo Que Ellos Saben”, en las cuales revelaba cómo nuestros iPhones de Apple y los aparatos de Google Android podían registrar cada uno de nuestros movimientos. Las industrias de vigilancia y de telefonía celular, indicó The Journal, son cada vez más fáciles de identificar.

Y es que parece que cada día se revela un nuevo escándalo relacionado con la información que circula por los móviles. Apenas esta semana, por ejemplo, se reportó que Facebook, Flickr y otros creadores de apps, leían sin permiso nuestros mensajes de texto.

El verdadero problema con estos teléfonos es su creciente inteligencia. Mientras Google diseña el vehículo que se maneja solo, los celulares del mañana están a punto de convertirse en verdaderos sabelotodos. Para el 2015 no solo habrá siete billones de aparatos móviles en el mundo, sino que serán, con el poder de funciones de inteligencia artificial como el asistente personal Siri de Apple o Evi, su competencia británica, cada vez más parecidos al cerebro humano.

“Hablamos de una verdadera interrelación entre el mundo digital y el virtual”, le dijo el futurista Richard Hammond a CNN.

“Entonces necesitamos traer más cerebros al aparato”, explicó Hammond, “para que podamos proveer más información relevante cuando se necesite … basada en inteligencia artificial. Porque ese es el tipo de tecnología que aproxima al aparato con nuestras propias capacidades de razonamiento”.

¿Pero realmente queremos que nuestros celulares tengan nuestras capacidades de razonamiento?, ¿Realmente queremos crear aparatos móviles a nuestra imagen y semejanza?

No, sospecho que no es lo que queremos. Especialmente si, como lo dijeron a CNN expertos de móviles y de la industria, esto llega a implicar que las compañías puedan escuchar a escondidas e incluso grabar cada aspecto de nuestra vida que compartamos o registremos a través de nuestros teléfonos móviles.

Me pregunto si en algún momento los celulares, cada vez más inteligentes y autónomos, incorporarán una tecnología tan sofisticada que ya no puedan ser diferenciados de nosotros mismos.

¿En qué punto nos encontramos del mundo descrito por el escritor ruso-americano Gary Shteyngart en su obra Historia Verdadera de un Amor Súper Triste, según la cual todos llevamos con nosotros un objeto llamado apparat capaz de identificar los detalles más íntimos de la vida de un extraño?

Mientras, la referencia que hice previamente a la novela de Frankenstein ya es empleada por autores para referirse a los que nos depara el mundo digital. Robert Harris, autor de varios best sellers, basó su más reciente thriller The Fear Index, en Ginebra, el sitio en el que ocurre la historia del Frankenstein de Shelley.

Pero mientras Harris se imagina un mundo repleto de computadoras que se apoderan del razonamiento humano, un escenario mucho más espantoso sería uno en el que los algoritmos, reducidos a su mínima expresión, pudieran meterse en nuestros aparatos móviles.

Hammond llega a sugerir que esta inteligencia será tan parecida a la nuestra que se convertirá en parte de nosotros. Después nos advierte de un futuro en el que la realidad virtual llegará a tal grado que podremos utilizarla debajo de nuestra piel.

Pero entonces, ¿qué podemos hacer, cómo podemos evitar que nuestros celulares se conviertan en extensiones tipo Frankenstein de nosotros mismos?

Sí, se necesita una legislación que nos defienda de nuestros aparatos espías. Estoy a favor, por ejemplo, de la ley de los derechos de privacidad del Presidente Barack Obama, y particularmente con su legislación de “No rastrear”, que anunció la semana pasada. Y aplaudo el trabajo de personajes como la Comisaria de Justicia, Viviane Reding, y el congresista Al Franken, quien investiga las prácticas de recaudación de información de Google, Apple y otras grandes compañías de información del ecosistema móvil.

Pero la creciente omnipresencia de nuestros aparatos móviles no es solo un tema político. La doctora Devra Davies sugiere Practicar el teléfono seguro, para disminuir el riesgo de contraer cáncer. Pero Practicar el teléfono seguro implicaría desenredarnos de nuestros aparatos móviles. Significa revelarnos ante el poder que tienen sobre nosotros, recordarles quién es el que manda.

Lo más importante es que tenemos que dejar de obsesionarnos con los celulares. Se tenía proyectado que unas 60,000 personas acudieran al Congreso Mundial de Teléfonos Móviles en Barcelona, con la firme intención de contemplar los nuevos teléfonos. Pero recuerda: todos los productos que se presentan en Barcelona sólo son teléfonos. Por el solo hecho de tenerlos no nos pueden hacer más jóvenes, ricos, viriles o inteligentes. Además, es obvio que no nos dan más poder.

El verdadero sentimiento de poder llegaría a nosotros gracias al hecho de lograr tener control de nuestros teléfonos móviles. Como lo argumenta William Power, autor del excelente libro La Blackberry de Hamlet, sería importante que nos desconectáramos de ellos al menos una vez a la semana.

Es tan sencillo como apagar el smartphone. De esa forma, nunca podrán ser tan inteligentes como nosotros.

*Nota del Editor: Andrew Keen es un empresario británico-americano y escéptico profesional. Autor de “The Cult of the Amateur” y de “Digital Vertigo”, que estará a la venta en junio de 2012. Esta es la última de una serie de colaboraciones para CNN en las que habla sobre cómo las tendencias de Internet influyen en la sociedad.