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Estados Unidos

OPINIÓN: Porqué las disculpas de Obama tienen sentido

Por CNN en Español

Por LZ Granderson*

(CNN) — No mucho tiempo después de haber participado en una reunión con Winston Churchill y Joseph Stalin, y pocas semanas antes de morir, en 1945, Franklin D. Roosevelt, el entonces presidente de Estados Unidos, se dirigió al Congreso.

Frágil, por su mal estado de salud, Roosevelt tuvo que hablar sentado, pero su discurso fue vigoroso:

“La estructura de la paz mundial no puede ser el trabajo de un solo hombre, un partido o una nación, no puede ser solo la paz americana, o la paz británica o la rusa, o la francesa o la china. No puede ser una paz de las grandes naciones, o de las pequeñas. Debe de ser un paz que se base en el esfuerzo y la colaboración del mundo entero”, dijo.

En estos meses hemos escuchado mucha retórica de los candidatos republicanos acerca de las supuestas debilidades del presidente Obama en relación a la política exterior, específicamente a propósito de las disculpas ofrecidas a otras naciones cuando los Estados Unidos las han ofendido o lastimado sin querer.

Parece que la idea de sus adversarios es nunca admitir cuando no estás en lo correcto, lo que cualquier terapista diría que es un reflejo de una persona insegura y débil, en lugar de ser alguien resuelto y fuerte. Y con las veces que la administración de Reagan se disculpó con países como Japón, China y Polonia, se pensaría que los que quieren ser como Reagan tendrían que ser más cuidadosos para describir el comportamiento que ellos consideran débil.

Ahora bien, entiendo que sea año de elecciones y que ciertamente Obama es tan culpable como sus oponentes de ser abiertamente político, como lo demostró al ofrecer una rueda de prensa justo en un día clave para sus rivales republicanos: el 'supermartes'.

Pero el tema de no disculparse, que se ha convertido en parte de la campaña del Partido Republicano, sienta un mal precedente para el actual presidente y los que vengan en el sentido del esfuerzo de trabajo en común del que habló Roosevelt hace casi 70 años.

Rick Santorum, Mitt Romney y Newt Gingrich evidencian tener poco tacto cuando intencionalmente crean una cortina de humo en lo referente a la diplomacia internacional a cambio de obtener aplausos y unos cuantos delegados para fortalecer su postura al interior del Partido Republicano.

Resulta irresponsable y contraproducente porque, como lo dijo Roosevelt en sus últimos días, hasta la más poderosa de las naciones necesita del respaldo de los demás para conseguir la paz. Y es difícil conseguir apoyo cuando te comportas como el peleonero número uno del mundo.

Podemos sobornar a los países con ayuda financiera, los podemos asustar con nuestra milicia, pero todo eso solo compra tiempo. Enmascara el resentimiento o retrasa la guerra.

Pero no trae la paz. Solo la humildad lo puede hacer.

Nuestra luz como nación no brilla más cuando presumimos nuestra grandeza o cuando nos comportamos egoístamente. El alma de nuestro carácter se personifica en nuestras ganas de luchar contra la injusticia, más allá de nuestras fronteras. Pero todo eso es minimizado cuando ignoramos las injusticias, lo queramos o no, que comete Estados Unidos.

Cuando veo a mi alrededor, me parece estar frente a un planeta en una encrucijada crítica en la historia. La amenaza nuclear en Irán es terrible, pero es solo uno de los muchos retos a los que nos enfrentamos. Tenemos una crisis energética inminente y una escasez de alimentos global por el rápido crecimiento de la población.

Vamos a tener que sentarnos a dialogar con nuestros amigos y con nuestros enemigos. Después de todo, ninguna guerra ha terminado sin que las dos partes se sienten en la misma mesa.

También vamos a necesitar ser parte de una comunidad global en la que prive la cooperación, y algunas veces eso significará que seamos la guía, pero en otras ocasiones seremos guiados, y sí, a veces significará que debemos disculparnos.

Debimos de habernos disculpado con los guatemaltecos, que no tenían idea que eran sometidos a pruebas con sífilis en la década de 1960, y me parece bien que el presidente Obama lo haya hecho.

Deberíamos querer disculparnos por no cumplir con las promesas que le hicimos a los veteranos filipinos que nos ayudaron a pelear en la Segunda Guerra Mundial.

Y me alegra que nos hayamos disculpado por la quema de los coranes en Afganistán. ¿Quién sabe qué tanto se pudo haber complicado la situación que rodeó a la masacre que dejó a 16 afganos muertos si el presidente Obama no se hubiera disculpado por ese hecho?

Hacer eso no lo debilitó a él ni a la nación, nos hizo más fuertes.

Ser débil es nunca tener el valor de decir “Lo siento”.

O regañar a la persona que lo hace.

*Nota del Editor: LZ Granderson, quien escribe una columna semanal para CNN.com, fue nombrado periodista del año por la Asociación Nacional de Periodistas Lesbianas y Gay, y fue finalista del Premio por Comentario del Periodismo en Línea 2011. Es escritor senior y columnista de la Revista de ESPN y de ESPN.com. Síguelo en su cuenta de twitter @locs_n_laughs

(Las opiniones recogidas en este texto corresponden exclusivamente a LZ Granderson).