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Vive el golf

Paula Creamer, del campo de golf al campo de batalla

Por Juan Andrés Muñoz

Por Karla Villegas Gama

(CNNEspañol.com) -- Hay cosas más allá de birdies, fierros y trampas de arena en la vida de la estadounidense Paula Creamer, una de las golfistas más populares de la LPGA. La "Pantera Rosa", sabe que mientras ella sobresale en los campos de golf, hay quienes arriesgan sus vidas por su país.

"No estaría donde estoy si no fuera por los soldados y todas las personas que pelean por nosotros", dice Creamer, que creció en el seno de una familia militar.

En octubre pasado, el presidente Barack Obama anunció la retirada de las tropas de Iraq. “Después de nueve años, la guerra de Estados Unidos en Iraq terminará,” dijo. Momentos más tarde, un oficial anunció a CNN que de los 39.000 soldados estacionados en ese país, 150 se quedarían para asistir en la venta de armamento.

Mientras los soldados regresan a casa, Creamer dedicó parte de su pretemporada a trabajar en su fundación. El motivo es simple: quiere ayudar a las esposas y familias de los soldados activos, en reserva y veteranos.

En entrevista con CNN en Español, la "Pantera Rosa" compartió las razones por las que decidió cambiar la misión de la Fundación Paula Creamer para “enfocarme en lo que realmente quiero.”

En 2005, su primera temporada en la LPGA, comenzó a buscar una causa que pudiera apoyar. Se dio cuenta de que “algunas jugadoras lidiaban con cáncer de mama u otros aflicciones en sus familias”, así que pensó que la enfermedad de Parkinson podría ser una buena elección, pues su abuela la padece.

“Quería (involucrarme en) algo con lo que realmente pudiera identificarme y que sintiera que mi trabajo, tiempo y todo lo que hago se enfoca en ello, y ese algo es la milicia", agregó.

Su padre, Paul, se graduó de la Academia Naval de Estados Unidos, en Annapolis, Maryland, voló para la Marina durante 22 años y se retiró en 1997. Paula también tiene familia en el Cuerpo de Infantería de Marina: un tío y un primo. Este último estuvo ocho meses en Iraq y actualmente está emplazado en el Pentágono.

La milicia siempre ha sido parte de su vida. De niña “no entendía por qué siempre tenía que hacer mi tarea antes de salir a jugar”. Con el tiempo comenzó a entender por qué sus padres la criaron de esa manera.

"Ahora estoy agradecida, no conozco otra forma; no hay excusas cuando estás en la milicia, tienes que vivir y pelear hasta la muerte, es así como (mi papá) ve todo”, cuenta Creamer.

La golfista tiene algunos recuerdos del tiempo en que su padre servía en la Marina, pero uno de los que más aprecia es haberlo visto en su uniforme de gala blanco, estaba tan impresionada que su madre, Karen, lo recuerda como si hubiera sido ayer.

“Su primo contrajo nupcias, tuvo una boda militar en Annapolis y todos se vistieron de blanco. Paula los vio pasar por un arco que los hombres formaron con sus espadas, era joven, inquieta, pero lo disfrutó mucho”, recuerda Karen Creamer

Para una niña cuya película favorita es "Top Gun", tener como padre a un piloto de la Marina era un sueño.

Pero también hubo tiempos difíciles. Después de graduarse de la academia, Paul estuvo a punto de ser enviado a Vietnam. Afortunadamente para él, la guerra terminó antes. Años después se desató el conflicto bélico en Iraq, pero nuevamente se libró.

Paul voló simultáneamente para la Marina y American Airlines durante 12 años. La "Pantera Rosa" tenía 10 años cuando su padre dejó el ejército y se dedicó únicamente a trabajar en la aerolínea. Pero entonces no sabía que una de las experiencias más aterradoras de mi vida estaba por llegar.

El 11 de septiembre de 2001, “se suponía que mi papá estaba en el aire y no tenía idea de dónde se encontraba. Era mi primer año en la preparatoria, estaba en clase de matemáticas, lo recuerdo hasta este momento, sólo me senté ahí, llamé a mi mamá y comenzamos a localizarlo”, finalmente Karen consiguió contactarlo, estaba en una escala, aquel fatídico día de los atentados terroristas contra las Torres Gemelas.

En 2005, Paula se graduó de la preparatoria e ingresó a la LPGA, al tiempo que su primo combatía en Iraq.

“Decidí usar un pin con su compañía e insignia del batallón. Me lo puse en todas las rondas que jugué desde que fueron desplegados, era una forma de mostrar mi apoyo a Teague y a todos los hombres y mujeres bajo su mando en Iraq. No me lo quité hasta que el último miembro de su comando volvió a suelo estadounidense”, cuenta.

Tras vivir esas experiencias de primera mano, Creamer decidió enfocarse en los hijos y esposas de los soldados.

El Departamento de Asuntos de los Veteranos de los Estados Unidos (VA) ofrece pensiones y compensaciones para las viudas, tomando en cuenta su ingreso y la experiencia militar de su cónyuge.

Paula se dio cuenta del rol tan importante que desempeñan las esposas de los soldados porque “mi primo tiene cuatro hijos y su mujer tuvo que cuidar de todos ellos cuando se fue a la guerra, ellos tienen entre uno y 6 años”.

“He visto lo que ellas tiene que pasar mientras sus esposos están cuidando de nosotros, es algo excepcional. Los soldados deben llevarse todo el crédito, pero sus esposas no pueden quedarse a un lado, ellas los motivan para que luchen y se mantengan fuertes para volver a casa", agrega.

Fue así como ideó la Fundación Paula Creamer. La "Pantera Rosa" comenzó la institución de la nada y como es una perfeccionista quiere estar “100% involucrada en el proceso, aunque haya gente que te ayude a dirigirla, al final eres tú quien debe poner atención a todos los detalles”.

En los últimos meses ha pensado en la persona adecuada para realizar el trabajo, ese alguien que se preocupe por la milicia tanto como ella y lo ha encontrado: “será mi padre, para mí, él es la mejor elección, tiene muchos vínculos con el ejército y quiere hacer de esto algo tan grande como podamos, es el indicado para tomar posesión en ese sentido”.

Aunque Paula reside en Orlando, Florida, su Fundación no será exclusiva de esa ciudad, “es difícil decir ‘no’ a la gente que pelea por tu país, tienen un lugar especial en mi vida; me criaron para respetar eso”.

En el aspecto económico, la Fundación Paula Creamer está trabajando con las contribuciones de la propia golfista, pero Creamer sabe que el golf puede traer muchos beneficios.

“Quiero tener un torneo profesional, es mi sueño, hemos hablado mucho de ello. En cuanto a la logística, me encantaría que los hombres se involucraran, sería muy divertido y atraería mucho interés; actualmente, los chicos tienen fundaciones que de una u otra forma se relacionan con el ejército.”

A los 25 años, manejar un proyecto como éste puede ser abrumador, pero pregunta y pide consejos a sus amigos, como al tenista profesional James Blake, a cargo del Fondo de Investigación para el Cáncer en Memoria de Thomas Blake Sr., su padre.

“Uso sus conocimientos, necesito gente que publicite la beneficencia, aunque al final todo termine enfocándose en mí porque yo soy quien debe apoyarla y mostrarle a los demás de qué se trata para que donen”, comenta.

Hacer birdies y ser una de las caras más reconocidas del golf femenino en todo el mundo es un logro en sí mismo, pero Paula reconoce que a veces se enoja por hacer un mal tiro, "mientras hay gente valiente allá afuera tratando de mantenernos a salvo".