arrow-downcloseCNNEcomment-02commentglobeplaylistsearchsocial-facebooksocial-googleplussocial-instagramsocial-linkedinsocial-mailsocial-moresocial-twittersocial-whatsapp-01social-whatsapptimestamptype-audiotype-gallery
Salud

La encefalopatía traumática, un efecto del deporte

Por CNN en Español

(CNN) — Años atrás, un proceso de una enfermedad misteriosa, caracterizada por marañas viscosas alojadas en ciertas partes del cerebro responsables de la toma de decisiones y el estado de ánimo, era un fenómeno indefinido que ocurría entre los jugadores de futbol americano profesionales, expuestos a un repetitivo traumatismo cerebral.

En la actualidad lo que los científicos pudieron reconstruir fue que había algo en el cerebro que estaba causando problemas de memoria profundos, y comportamiento autodestructivo, incluso suicida, entre ellos. Desde entonces, estudios del cerebro póstumos han arrojado luz sobre este fenómeno llamado encefalopatía traumática crónica o ETC, pero se sabe muy poco sobre cuándo o cómo comienza.

Sin embargo, datos del primer año de un estudio longitudinal, llamado el Estudio de la Salud Mental de Luchadores Profesionales publicado esta semana, sugiere un posible punto de partida para los problemas de cognición y memoria, ambas características de la ETC.

“Las condiciones del cerebro crónicas, como la enfermedad de Parkinson o el Alzheimer, comienzan años antes de que cualquier síntoma se desarrolle”, dijo el médico Charles Bernick, autor principal del estudio y director asociado del Centro para la Salud del Cerebro Lou Ruyo en la Clínica Cleveland en Estados Unidos. “Creemos que tal vez ese sea el caso con la ETC”.

El grupo de estudio estuvo compuesto por 109 luchadores para quienes el traumatismo cerebral es habitual; boxeadores y artistas de artes marciales mixtas, a quienes separaron con base en el tiempo que pasaron practicando el deporte y el número aproximado de combates en los que participaron, de acuerdo con récords publicados y autorreportes.

Un grupo había luchado por menos de seis años, otro entre seis y 12 años y el tercer grupo luchó por más de 12 años. Los autores del estudio estaban buscando una relación entre el número de peleas que los participantes tenían y el tamaño de ciertas áreas del cerebro.

publicidad

De acuerdo con Bernick, entre aquellos que lucharon por más de seis años, había cierto encogimiento en áreas del cerebro como el tálamo, el núcleo caudado y el hipocampo, que está asociado con la memoria. Mientras más peleas tenían, más pronunciado era el encogimiento. Pero cuando examinó los resultados del examen cognitivo entre el grupo que luchó por más de 12 años, su desempeño era peor, implicando una progresión: daños en el cerebro que en algunos casos llevan a la ETC, puede comenzar años antes de que los síntomas aparezcan.

Lo que el estudio aún no puede explicar es qué hace que un luchador sea más susceptible a la ETC que otro. Los resultados en el Estudio de Salud del Cerebro de Luchadores Profesionales, incluirá después factores como la genética, proteínas en la sangre, análisis del discurso, nivel de estudios, y otros factores que podrían pintar una imagen más viva de la enfermedad.

“Este es un estudio muy emocionante y realmente uno de los primeros de su tipo en cualquier lugar”, dijo Robert Stern, profesor de Neurología y Neurocirugía, y codirector del Centro para el Estudio de Encefalopatía Traumática en la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston en Estados Unidos. “El estudio científico de la ETC está realmente en sus primeros años, con casi todo lo que hay que aprender por delante de nosotros”.

Stern, junto con colegas en el Hospital Brigham y de Mujeres, también está tratando de conocer más sobre la génesis de la ETC. De acuerdo con Stern, el estudio comparará a 100 exjugadores de la Liga Nacional de Futbol (NFL), de entre 40 y 69 años, expuestos a repetitivos traumatismos cerebrales, con un grupo de control de atletas que no están expuestos a traumatismos cerebrales. El estudio incluirá neuroimágenes y otros estudios del cerebro, pruebas neuropsicológicas, electroencefalografía y estudios de genética, además de punciones lumbares para medir proteínas como la tau, que se junta en el cerebro de aquellos diagnosticados con ETC.

El trabajo realizado por Bernick y Stern representa un primer indicio en los procesos complejos de enfermedades, que caracterizan a la ETC, con el objetivo de identificar y suspender la enfermedad antes de que empeore.

“Si vas a proteger a los atletas, buscar más adelante en la enfermedad no te va a ayudar”, dijo Bernick. “Si vamos a protegerlos, necesitamos medidas para detectar los primeros cambios que reflejan daños al cerebro”.

Bernick y los datos de sus colegas serán presentados esta semana en la Junta Anual número 64 de la Academia Americana de Neurología en Estados Unidos.