Por qué no debemos esperar para ir a Marte
Nota del editor: Robert Zubrin, ingeniero astronáutico, es el presidente de la Sociedad de Marte y autor del libro "The Case for Mars: The Plan to Settle the Red Planet and Why We Must”, recientemente actualizado y reeditado por Simon & Schuster.
En el artículo de opinión "Marte puede esperar. Los océanos no", publicado recientemente en CNN.com; Amitai Etzionidice que debemos posponer la exploración de Marte debido a que los mares tienen prioridad. Aunque tengo el mayor respeto por la exploración del océano, el quid de la cuestión es que hay numerosas agencias, incluida la Marina de los EE.UU., las fuerzas navales de otros países, las instituciones académicas, organizaciones de investigación, empresas y James Cameron personalmente – quienes están mejor financiados y equipados para llevarlo a cabo.
La idea de que tenemos que suspender la exploración del espacio con el fin de proporcionar los recursos necesarios para investigar los océanos es categóricamente absurda. Así que digamos las cosas como son: El argumento de que debemos explorar los océanos en lugar del espacio no es un llamado a la investigación de los mares, sino simplemente una manera falsa de renunciar a nuestro esfuerzo para alcanzar el Planeta Rojo.
Pero ¿por qué deberíamos intentarlo? Hay tres razones.
Razón 1: Para el conocimiento. Ahora sabemos que Marte alguna vez tuvo océanos en los que la vida podría haberse desarrollado a partir de la química. Pero ¿lo hizo? Si pudiéramos descubrir fósiles en la superficie marciana, o la vida existente en el agua del subsuelo; sería una muestra de que el origen de la vida no es exclusivo de la Tierra, y por lo tanto implícitamente se revela un universo que está lleno de vida y probablemente también de inteligencia. Éste sería el descubrimiento científico más importante desde Copérnico.
Las sondas robóticas pueden ayudar en esa búsqueda, pero también serían necesarias investigaciones astrobiológicas y paleontológicas que requieren exploradores humanos, es decir científicos reales en la escena.
Razón 2: Para el desafío. Las naciones como las personas, crecen con los desafíos y decaen sin ellos/ y la decadencia sin ella. El programa espacial en sí necesita un reto. Lejos de ser un desperdicio de dinero, lo que obligó a la NASA a asumir el reto de Marte es la clave para darle al país un cambio tecnológico real – y un más que necesario estímulo económico - a partir de su dólares en el espacio.
Un programa de seres humanos a Marte sería también un desafío de aventura para todos los niños del país: “aprendan ciencia y ustedes podrían formar parte y ser los pioneros de un nuevo mundo”. En su momento, el programa Apolo duplicó en EE.UU. el número de graduados en ciencia e ingeniería. Ese capital intelectual continúa beneficiando a la nación. En los próximos 10 años habrá más de 100 millones de niños en las escuelas de EE.UU. Si un programa de Marte logra inspirar sólo a un 1% a la educación científica, el resultado neto sería de 1 millón más de científicos; ingenieros, inventores, investigadores científicos y médicos.
Razón 3: Para el futuro. Marte no es sólo una curiosidad científica; es un mundo con una superficie total equivalente a los continentes de la Tierra juntos y que posee todos los elementos necesarios para sustentar no sólo la vida, sino la civilización tecnológica. Aunque parezca un terreno hostil, lo único que se interpone entre Marte y la habitabilidad del planeta es la necesidad de desarrollar una cierta pericia y experiencia del conocimiento del Planeta Rojo. Esto puede y deberá hacerse con quienes se conviertan en los primeros en ir a explorarlo.
Marte es el Nuevo Mundo. Algún día, millones de personas vivirán allí.¿Qué idioma hablarán? ¿Qué valores y tradiciones atesorarán para esparcirlas desde allí, mientras la humanidad continúa moviéndose hacia el sistema solar y más allá?
Hoy, tenemos la oportunidad de ser los fundadores, los padres y los forjadores de una nueva rama dinámica de la familia humana, y al hacerlo, poner nuestro sello en el futuro. Es un privilegio que no debería ser desdeñado.
Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente las de Robert Zubrin.