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La bebé Noor, la niña iraquí enferma con un destino incierto

Por CNN en Español

Por Moni Basu

Nota del editor: Este es un fragmento de una historia publicada en CNN.com como parte de la cobertura especial por el décimo aniversario de la guerra de Irak.

(CNN) — Noor al Zahra Haider nació en septiembre de 2005 y padece de espina bífida, por la que sus vértebras no se forman correctamente en torno a la médula espinal. Noor tenía menos de tres meses cuando fue descubierta por soldados que patrullaban Abu Ghraib y fue enviada a Estados Unidos para recibir una cirugía que le salvó la vida. Desde entonces, a la niña cuyo nombre significa luz en árabe, se le empezó a conocer como Baby Noor.

Jeff Morgan, que en ese entonces era teniente de la Guardia de la Armada Nacional, dirigió el esfuerzo para sacar a Noor de Irak después de recibir fotografías de la niña tomadas por un médico de sección en una redada de rutina en Abu Ghraib, pero entonces no estaba claro qué sería de ella después de su estancia en Estados Unidos.

Cuando los soldados estadounidenses trasladaron a la niña junto con su padre Haider y a su abuela Soad al Campo Libertad en Bagdad, se turnaron para cuidarla. Pronto recibieron la noticia de que una agrupación cristiana sin fines de lucro con base en Atlanta, Childspring International, iba a ayudarlos. Esta organización de caridad lleva a niños enfermos de países en vías de desarrollo a recibir atención médica a Estados Unidos.

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Noor fue atendida en el Centro Médico Infantil de Atlanta y en 2006 recibió la primera de varias operaciones para realinear su columna vertebral, además de una cirugía ortopédica para liberar sus tendones acortados por el defecto congénito y sus ligamentos demasiado tensos en el tobillo izquierdo.

El pediatra neurocirujano Roger Hudgins le anunció a la familia de Noor que la niña iba a necesitar una silla de ruedas para el resto de su vida, y que no volvería a andar.

Noor regresó a Irak después de seis meses de recibir tratamiento en el hospital infantil de Atlanta y cuidados en la casa de dos familias. De vuelta a casa, su familia pagaría el precio de haber aceptado ayuda de Estados Unidos.

En 2008, casi dos años después del regreso de Noor, ella tenía dos años y medio y se arrastraba para moverse sin poder pararse o caminar. Pasaron cinco años más y el contacto con su familia se hizo complicado. Ninguno de ellos hablaba inglés, el servicio postal era limitado y su teléfono cambiaba tan seguido como su dirección. Todas las personas en Estados Unidos que estuvieron involucradas en su cuidado incluyendo los soldados, las familias que la recibieron, los doctores y la institución caritativa que cubrió los gastos, perdieron contacto con ella.

El tío de Noor, Bashar, fue detenido en 2005 como sospechoso de disparar una granada propulsada con un cohete y una vez más en 2006 por fuerzas estadounidenses que lo retuvieron durante cinco años, a pesar de que su familia dice que nunca se presentaron cargos en su contra. El padre de Noor, Haider, fue secuestrado por tres hombres armados en una camioneta 10 días después de que volvió de Atlanta con su madre. Haider fue interrogado bajo la suposición de que espiaba para Estados Unidos y fue entonces cuando le contó a sus captores la historia de Noor y estos lo dejaron ir a cambio de un rescate de 20,000 dólares.

Unos meses después, la familia vendió su casa en Abu Ghraib, y se mudó a una casa rentada en Al Alam, donde nadie conocía su historia. La madre de Noor, Iman, pidió el divorcio y se llevó a su segundo hijo, Karar, por lo que la niña está creciendo sin conocer a sus hermanos y con una relación interrumpida por su madre.

Noor asiste ahora a una de las dos escuelas para niños discapacitados que administra el gobierno en Bagdad. Sus cuidados están a cargo de la esposa de Haider, Fatima, y de Zainab, tía de Noor. Soad falleció en 2008 por complicaciones de una cirugía y su familia culpa al sistema médico en Irak, pues dicen que todos los buenos doctores salieron del país cuando empezó la guerra.

Noor se encuentra estable, pero presenta dolores de cabeza que el doctor Roger Hudgins considera peligrosos y sus complicaciones renales la ponen en riesgo de una infección del tracto urinario, “probablemente eso le quite la vida”, dice el doctor Hudgins.