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Vive el golf

El atractivo de Augusta: la magia del Masters

Por Juan Andrés Muñoz

Por Shane O'Donoghue, CNN

Nota del editor: El conductor del programa Living Golf de CNN, Shane O’Donoghue, tuvo la fortuna de jugar en el club de golf Augusta National en dos ocasiones. El club ubicado en la ciudad de Augusta, Georgia, es uno de los más prestigiosos y exclusivos de todo el mundo. En este artículo recuerda su primera vez.

(CNN) -- Mi primera visita al campo de golf Augusta National fue en 2005 cuando reportaba para el canal nacional de televisión de Irlanda, RTE. Estaba realizando el sueño de toda mi vida.

Para los medios encargados de cubrir el golf, hay una oportunidad para colocar el nombre de un reportero en la rifa, siendo el premio para los pocos que son escogidos una ronda en el circuito el día después de que concluye el Master.

Poder jugar en el circuito siempre era una posibilidad remota, pero había decidido llevar mis palos por si acaso.

El sorteo se realiza el sábado del torneo. Si eres lo suficientemente afortunado para jugar, no se te permite entrar al torneo durante otros cinco años, para permitir la oportunidad más justa posible para aquellos interesados en golpear en uno de los circuitos verdaderamente icónicos del mundo.

Para alguien que iba por primera vez, era algo parecido a una experiencia extracorporal cuando se me presentó la invitación oficial para jugar. ¡No podía creerlo!

La invitación está enmarcada en nuestra casa junto con una bandera del Master de 2005 y una tarjeta de puntos marcada.

Tenía que golpear a las 7:30 de la mañana, y comenzaba en el tee número 10. Increíblemente. Literalmente 15 horas después de que Chris DiMarco y un tal Tiger Woods aparecieran en los últimos nueve en el torneo, también yo lo haría.

Me levanté temprano, limpié los guantes y emocionado más allá de creerlo, llegué a las puertas de Magnolia Lane y me dirigía a la casa club para registrarme, conocí a mi caddy Travis en su tradicional traje blanco y me dirigí al campo de práctica. Mi corazón latía fuertemente.

Recuerdo golpear un cohete del tee con un tiro duro y aún tenía un palo en el green.

La adrenalina, combinada con un golpe en el límite, significaban que había rebotado en la parte trasera del green a un arbusto. Después de algunos tiros apresurados que confirmaron mi estatus de amateur, un bogey doble fue registrado. Habíamos salido y corríamos.

En total, disfruté cinco bogeys dobles. ¡Y fueron buenos dobles! Los greens eran increíbles. Los baches y hoyos, las lecturas aterradoras; los teníamos todos y muy temprano me dije a mí mismo que disfrutara la experiencia, porque no se trataba del resultado, era algo que debía ser disfrutado.

Había cuatro de nosotros: prensa de todo el mundo que de repente poseía la mirada extensa de niños emocionados, con una invitación gloriosa a las calles prístinas de Augusta National; viviendo nuestras fantasías de jugar en el circuito.

Recuerdo jugar el hoyo 16 y tres putts por un bogey. Lo que te dicen sobre colocar la pelota en la posición correcta debajo de los hoyos es absolutamente verdadero. En este y muchos otros de los greens, hay putts imposibles si no juegas el tiro correcto.

Lo que era absolutamente fascinante era la oportunidad de jugar el tiro chip de Tiger Woods en el 16 del día anterior, lo que sin dudas es el mejor tiro en tiempos modernos en Augusta.

Déjame confirmarte, no es que sea necesario, que el tiro era imposible para simples mortales como yo. La visión de jugar ese tiro (que ayudó a Woods a ganar su cuarta Chaqueta Verde), y la capacidad de ejecutarlo con tal perfección era semejante a Dios.

Al final, logré ocho pares, cinco bogeys y esos cinco fueron dobles. Una ronda de 87 de la que estoy orgulloso. Jugamos desde los tees de los miembros, como fuimos instruidos, pero confieso jugar en los tees de los Masters en todos los tres par.

Hubo tantas experiencias maravillosas ese día, mientras disfrutaba la experiencia y me paraba en lugares donde muchos tiros icónicos habían sido derribados a través de los años.

Siempre recordarás tu primera vez, y para mí, fue un día que nunca, nunca olvidaré.