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Tecnología

OPINIÓN: ¿Podrá Zuckerberg conectar a 5.000 millones de personas?

Por cnninvitationsaccount

Por Jason A. Buckweitz, especial para CNN

Nota del editor: Jason A. Buckweitz es director adjunto del Instituto de Teleinformación de la Universidad de Columbia, un centro de investigaciones dedicado a las estrategias, la gestión y las políticas de telecomunicaciones.

(CNN) — La nueva iniciativa del director general de Facebook, Mark Zuckerberg, Internet.org, es una sociedad mundial que busca "ofrecer acceso a internet para todos".

¿Es una meta factible? Tal vez. Ciertamente es muy ambiciosa. Hay grandes retos por superar.

Para muchas de las 5.000 millones de personas que viven en partes menos desarrolladas del mundo, los dos principales obstáculos que les impiden conectarse a internet son el costo de los dispositivos y el costo de la conexión. El siguiente obstáculo es el mantenimiento de un dispositivo. En muchos países, aún es difícil conseguir electricidad y es común que haya cortes parciales al suministro.

En África, por ejemplo, la gente experimenta en promedio 56 días de cortes al suministro al año, casi el 15% del año. Aunque la red funcione, el costo mismo de la electricidad es muy elevado.

En ese continente, el costo de un kilowatt-hora (kWh) puede ser desde 0.06 dólares (0.75 pesos) en Sudáfrica y hasta 0.68 dólares (8.5 pesos) en Chad. Un teléfono como el iPhone 5 requiere de unos 3.73 kilowatt-hora al año para recargarse según el uso que se le dé, lo que significa que podría costar hasta 2.53 dólares (32 pesos) al año. Aunque no parece mucho dinero, el ingreso promedio por persona en Chad es de unos 2,000 dólares (25,000 pesos al año), lo que significa que el 0.1% del ingreso anual se gasta solo en la electricidad que se necesita para cargar un teléfono.

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Claro que entre más sea utilizado, más aumenta el costo. El uso común en regiones en desarrollo como África está enfocado en acciones de bajo consumo como el envío de mensajes de texto, llamadas y banca móvil. Algo más demandante como la descarga de videos o juegos, así como conectarse a los sitios de redes sociales requeriría más energía para alimentar por más tiempo la parte del teléfono que consume más —la pantalla—, lo que incrementaría los costos anuales de la carga del teléfono.

El incremento de la duración de la batería y la reducción de los requerimientos de energía en las transmisiones son grandes objetivos —que Internet.org planea alcanzar —, pero no abordan el problema subyacente de tener acceso a un medio de carga.

Cuando el ingreso anual es tan bajo en los países en desarrollo, no queda mucho dinero después de cubrir los gastos de vivienda, alimentación y transporte. El hecho es que la mayoría de los 5,000 millones de personas tienen recursos limitados y preferirían gastar su dinero en la satisfacción de sus necesidades básicas como alimentos y medicamentos antes que en internet.

Por ejemplo, hace unos años visité un orfanato en Lusaka, Zambia, que no tenía conexión a internet aunque a unos 45 metros había una línea principal de fibra óptica. Los directivos del orfanato comprendían la importancia del internet y claro que a muchos de los niños les hubiera gustado explorar la red, pero los fondos eran destinados al cuidado de los huérfanos. A pesar de la posibilidad de ofrecer una conectividad de manera gratuita, el problema de pagar los demás costos relacionados no se resuelve.

Si realmente queremos que otros 5,000 millones de personas estén conectados, tenemos que incluir los intereses gubernamentales y empresariales para que colaboren y busquen una solución.

La creación de técnicas innovadoras para ofrecer dispositivos, infraestructura y generación de energía a bajo costo es la mejor oportunidad para hacer la diferencia. Tal vez Internet.org pueda desarrollar algunos como cargadores cinéticos, teléfonos celulares alimentados con energía solar y picoceldas que pueden tener un mayor impacto para conectar a las poblaciones del mundo que carecen de acceso a la red.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Jason A. Buckweitz.