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Opinión

Déjenlos que coman su pastel de bodas gay

Por Penn Jillette

Por Penn Jillette

Nota del editor: Penn Jillette, un escritor, presentador de televisión e invitado habitual en una gran variedad de programas, es uno de los integrantes del dúo de magos Penn & Teller, ganador de un premio Emmy. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente las del autor.

(CNN) -- Soy una persona atea, un libertario y estoy a favor de muchas, muchas, muchas clases de sexo. Esto me pone en una posición incómoda con toda esta controversia sobre esa ridícula ley de Indiana. La gente quiere tener el derecho de no atender a otras personas porque su religión amorosa y sólidamente establecida exige que no hagan pasteles para personas gay si quieren ir al cielo.

He leído la Biblia de principio a fin y nunca he visto eso ahí, pero, soy ateo, así que puede que tenga escamas sobre mis ojos mientras leo, ¿qué sé yo?

Estaba escuchando a algún chiflado (debería decir algún otro chiflado, porque yo estaba en el mismo panel de televisión) hablar sobre cómo algunos cristianos podrían no pensar que el sexo entre personas gay está bien y necesitaban el derecho legal para actuar según esa creencia.

Está bien que no les gusten algunas formas de sexo. Estoy seguro de que hay algún tipo de sexo que no me gusta, solo que no lo he encontrado aún. Si alguna persona me invita a participar en un tipo de sexo que no quiero, diré que no, al menos después de haberlo probado unas cuantas veces.

Mi trabajo es representar un espectáculo de magia en Las Vegas. Apuesto a que si yo realmente investigara a todos los que conforman nuestra audiencia, encontraría personas en esa multitud con las que tendría desacuerdos fundamentales. Aun así, querría hacer el espectáculo para ellos. Ese es mi trabajo. Estoy tratando de vender más o menos un cuarto de millón de boletos al año para Penn & Teller, y eso no es fácil.

Podría no estar de acuerdo con los creyentes de la Cienciología o los quiroprácticos, pero quiero que vengan a mi espectáculo. Quién sabe, solo estar cerca de nosotros podría abrirles los ojos, o incluso mejor, podría abrirme los ojos a mí. Me gusta cambiar de opinión y es buen negocio negociar con personas con las que no estás de acuerdo.

Habiendo dicho eso, como libertario, creo que las personas tienen el derecho de ser estúpidas y llevar sus asuntos de forma estúpida. Y luego la vieja mano invisible se hace visible y los negocios estúpidos se van a la quiebra. Eso no siempre funciona, pero a menudo sí es así.

No creo que necesitemos una ley especial que diga que ciertas personas pueden ser groseras con otras porque piensan que Dios está de su lado, pero tampoco quiero una ley que diga que tengo que hacer negocios con personas con las que no estoy de acuerdo si soy un empresario realmente estúpido.

Si parece que mi postura es confusa, es porque me estoy contradiciendo a mí mismo. Pienso que negarse a prestarle servicio a alguien por un desacuerdo teórico es estúpido, estúpido, estúpido. Y también pienso que si hacemos que lo estúpido sea ilegal, todos irán a prisión.

Entonces, quiero que todos sean tratados con igualdad y quiero tener tanta libertad para ser estúpido como sea posible.

Me siento bien al tener esas creencias opuestas sin decidirme realmente por una de ellas, porque... no va a ser un problema que dure mucho tiempo. La aceptación del estilo de vida de la comunidad LGBT está avanzando tan rápido que pronto algunas de estas personas retrógradas van a estar preocupadas por el hecho de si necesitarán una ley para conseguir un pastel para ellos mismos.

Entonces, sí, toda mi postura al respecto es... déjenlos comer pastel.