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El 'Homo digitalis'

Por Camilo Egaña

Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Encuentro. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.

(CNN Español) -- Los que nos dedicamos a contar la vida desde la televisión deberíamos agradecer cada día lo que va camino de convertirse en un milagro: que alguien nos vea, que alguien acepte lo que le contamos; que alguien decida acogernos entre las miles de posibilidades que tiene a un clic, que es como se dice ahora al hecho de pestañear.

No nos alcanza la vida para enfrentar el aluvión de información que recibimos. Información no solicitada, en la mayoría de los casos, pero que está ahí, como la liebre, dispuesta a saltar cada uno o dos segundos. Hoy un titular tiene la duración de un suspiro. Y una imagen, el poder de un buen abrazo.

De mi infancia no creo que haya más de doce fotografías. Y en blanco y negro. Cierto que vivía yo en un país en el que un rollo fotográfico era tan exótico como una lata de caviar iraní. Pero mis compañeros de redacción, que nacieron en otras circunstancias, en las que tal vez tampoco abundaba el caviar iraní pero si los rollitos de Kodak, calculan que si requisaran todas las fotos de su infancia no llegarían a 50.

Hoy, cada niño, si no nace con una hogaza de pan bajo el brazo, al menos lleva su ecografía: una cosa amorfa y difusa que solo entiende el médico y la abuela entusiasmada, y luego ese chico se instala en nuestras vidas como si fuera un modelo malcriado de Vogue.

Jamás los niños habían recibido tal cantidad de flashes, jamás habían posado tanto; jamás se habían sentido tan solicitados.

Cuando salimos de Cuba, nos llevamos todas las esperanzas. Pero lo primero que mi esposa metió en las dos maletas con las que viajamos fue un ejemplar de Tom Sawyer y un puñado de fotos, casi todas en blanco y negro.

Cuando mi hijo Diego tenía ocho años, descubrió aquellas fotos, y preguntó muy serio porqué la vida era de ese color.

A lo mejor va y cuando nos hablemos esta noche, por Twitter o por Facetime o por mensajería de texto, le recuerdo la anécdota. A lo mejor.

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