arrow-downcloseCNNEcomment-02commentglobeplaylistsearchsocial-facebooksocial-googleplussocial-instagramsocial-linkedinsocial-mailsocial-moresocial-twittersocial-whatsapp-01social-whatsapptimestamptype-audiotype-gallery
Opinión

Los ataques a la policía son un ataque a la comunidad

Por Cedric L. Alexander

Nota del editor: Cedric L. Alexander es analista de los cuerpos de seguridad para CNN y director de seguridad pública del Departamento de Policía del condado de Dekalb, en Georgia. Él fue presidente nacional de la Organización Nacional de Ejecutivos de Aplicación de la ley Negro. Las opiniones expresadas son suyas.

(CNN) -- El 28 de agosto, el ayudante del alguacil del condado de Harris, Darren Gofroth, fue asesinado —no puedo pensar en otra palabra para ello— mientras le echaba gasolina a su autopatrulla en una estación Chevron suburbana de Houston.

El 30 de agosto, durante una marcha de Black Lives Matter a las puertas de la Feria Estatal de Minnesota, los manifestantes coreaban: "Pigs in a blanket, fry'em like bacon".

El 31 de agosto, el candidato presidencial republicano, Ted Cruz, emitió un comunicado afirmando que "la denigración de los cuerpos de seguridad... viene desde arriba, desde el presidente de Estados Unidos y altos funcionarios del gobierno".

Un asesinato, una canción y una declaración. Dependiendo de sus antecedentes culturales, política, experiencia de vida y —muy probablemente— raza, diferentes personas harán diferentes conexiones entre estas tres cosas. Sin embargo, al final solo importa una conexión. Ninguno de ellos —no una matanza salvaje, un canto cruelmente inútil o una acusación sin fundamento— contribuye a la construcción y mejoramiento de nuestra comunidad estadounidense.

El presunto asesino del diputado Goforth fue hallado mentalmente incompetente en el 2012 para enfrentar un juicio sobre otro cargo. Pero no nos engañemos, los ataques contra agentes de la policía siguen siendo un ataque directo a la comunidad, a nuestra comunidad... a la comunidad que todos compartimos y en la que todos tenemos un interés vital.

publicidad

Los agentes de la policía son guardianes juramentados de la comunidad. Ese es su trabajo, su profesión y su responsabilidad. Cuando y si los agentes individuales incumplen su deber como guardianes, quizá debamos ayudarlos, quizá necesitemos disciplinarlos, quizá necesitemos apartarlos de su profesión y, en casos excepcionales, incluso es posible que necesitemos referirlos al sistema legal.

La comunidad tiene un derecho constitucional para protestar por lo que ve como mala conducta policial. Tales protestas pueden ser positivas, ya que pueden producir un cambio necesario. Ni las agencias de policía ni las comunidades a las que sirven pueden tolerar la mala conducta.

Sin embargo, ninguno de nosotros puede olvidar que la misma existencia de una fuerza policial es una declaración de los valores de la comunidad y que el compromiso con la ley es el más alto de esos valores. Cuando la comunidad tiene una queja en relación a un solo agente o a todo un departamento, eso debe tratarse de manera legal que refleje y defienda los valores de la comunidad.

No hace falta decir que no hay justificación legal o moral para que un agente de policía abuse deliberadamente de alguien, al igual que no hay justificación legal o moral para que se lleve a cabo un ataque mortal contra un agente de policía.

Sin embargo, aún más que la vida del agente es la que está en juego en estas situaciones. Incluso si sientes que tienes razones para estar resentido con la policía —y hay algunas personas en algunas comunidades que tienen tal motivo— debes entender que un ataque a un funcionario es un ataque contra ti mismo y tu comunidad.

Créelo: la persona que agrede a un policía no lo pensará dos veces antes de atacar a alguien y a todos. Por lo tanto, una comunidad que tolera, alberga y, no digamos, que elogia a quienes agreden a la policía le dan lugar a su propia destrucción.

No estoy sugiriendo que la policía dejará de proteger a esa comunidad. Ellos no lo dejarán de hacer. Ellos nunca dejarán de intentarlo. Lo que estoy diciendo es que cuando una comunidad deja de apoyar a sus guardianes, declara efectivamente su apoyo a los criminales, lo cual significa destruir esa comunidad. No es posible una posición neutral.

Así que tenemos que hacer los sencillos, pero difíciles números: una comunidad apoya la ley o acepta la anarquía. Apoyar la ley es proclamar el valor de la comunidad. Aceptar la anarquía es rendirse ante la destrucción de la comunidad.

Apoyar a la policía no significa que se ignoren, acepten, aprueben o defiendan las malas prácticas policiales. Por el contrario, apoyar a la policía significa trabajar a través del gobierno y la ley para identificar qué se ha infringido y solucionarlo. La verdad es que la policía y los civiles son miembros de una comunidad. Cualesquiera que sean sus diferencias como individuos, ellos comparten la comunidad. Ellos tienen un interés común en ella.

Todo esto significa que las personas que ejercen su derecho constitucional de manifestación pacífica deben pensar seriamente en lo que realmente dicen en señal de protesta. Si la injusticia, crudeza y crueldad de sus palabras solo sirven para profundizar y ampliar la brecha entre la comunidad y la policía; ellos tienen que encontrar otro lenguaje, un lenguaje que construya puentes en lugar de quemarlos.

En cuanto a las figuras públicas y políticos, cuya responsabilidad moral es darle forma a las leyes y motivar acciones que construyan una mejor y más fuerte comunidad estadounidense, ellos necesitan asegurarse que su discurso público eduque e informe en lugar de exacerbar. "Es mucho más fácil derribar un gobierno", le escribió John Adams a su compatriota de Massachusetts, James Warren, "que construir uno..."

A principios de este año, el presidente Barack Obama me nombró para formar parte del Grupo de Trabajo del presidente sobre la Vigilancia Policial del Siglo XXI. Emitimos nuestro informe final en mayo. No anduvimos con rodeos para identificar los problemas que existen en la vigilancia policial que clama por una reforma. Sin embargo, nuestro objetivo era "construir", no solo "derribar". Al trabajar estrechamente tanto con las comunidades como con las agencias policiales, hicimos una extensa recomendación para mejorar la colaboración entre la comunidad y la policía.

Nuestra sociedad democrática invita y prospera en argumentos. Aunar esfuerzos como guardianes de nuestras comunidades —policías y civiles por igual— no nos exige poner fin a todos nuestros desacuerdos. Logramos hacer progresos a través de debates respetuosos. Sin embargo, debemos aunar esfuerzos por completo en cuanto a nuestra aceptación mutua de comunidad. Debemos estar perfectamente unidos en nuestro acuerdo de que la anarquía no es una opción.