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Venezuela Voto 2015

Los venezolanos votarán de acuerdo con su bolsillo

Por Roberto Izurieta

Nota del editor: Roberto Izurieta es analista político y profesor de la Universidad George Washington. Fue director de comunicación del presidente de Ecuador entre 1998 y 2000 y ha trabajado en varias campañas políticas en Latinoamérica y España. Además, es colaborador político de CNN en Español.

(CNN Español) -- Dos elecciones de este año son fundamentales para definir el futuro del llamado socialismo del siglo XXI: Argentina y Venezuela. Cuando hace diez años me preguntaban si América Latina se iba a la izquierda, respondía lo mismo que respondo ahora a la pregunta de si se moverá a la derecha: NO.

Todas las encuestas, en todos nuestros países, de manera consistente han respondido que los ciudadanos no se sienten identificados ni con la derecha, ni con la izquierda. Mas allá de la retórica pseudoizquierdista de los que se autodenominan socialistas del siglo XXI, América Latina nunca votó por la izquierda: votó por su bienestar (aunque este fuera temporal).

En estos comicios, como en prácticamente todos, la gente vota, principalmente, de acuerdo con su bolsillo. Lo dije en CNN en la elección de Estados Unidos de hace seis años, cuando los republicanos de derecha (el Tea Party) tomaron el control del Congreso y lo volví a decir el año pasado, cuando volvieron a ganar en las elecciones legislativas: la gente votará por la reelección del presidente Barack Obama y el próximo año por los demócratas si la situación económica mejora (aunque no al nivel que muchos esperaban, pero aun así es mayor que la recuperación en Europa): así ha sido y así pienso que será también el próximo año. Solo los temas de seguridad en condiciones criticas pueden superar los temas de la economía familiar.

Mas allá de la recuperación económica en Estados Unidos y en Europa, desafortunadamente América Latina decrecerá este año, y si crece el próximo, será muy poco. Lastimosamente, los socialistas del siglo XXI se farrearon los recursos del boom de los precios de las materias primas (incluido el petróleo) en corrupción, gasto burocrático incontrolable e insostenible, y en prebendas populistas que solo les daban el aplauso del momento y eso sí, algunos triunfos electorales.

Pero a diferencia de lo que los socialistas del siglo XXI piensan (por mera conveniencia), el corazón de la democracia no está en las elecciones. Las elecciones son solo un medio para seleccionar al mejor candidato (o al menos malo). El verdadero corazón de la democracia ha sido (desde los griegos, los romanos, pasando por los ingleses, los franceses y los estadounidenses que definieron, fundaron y pusieron en práctica la democracia moderna y liberal que conocemos) la división del poder, el balance de los poderes del Estado, para evitar que nadie lo acumule todo, porque esa es la fuente del autoritarismo, el despotismo y la corrupción.

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Los socialistas del siglo XXI han utilizado el nombre de la democracia echando mano solo su cascarón: las elecciones. Y aun así, muchos de ellos, con elecciones amarradas, violentas y diseñadas, no para producir un proceso justo y equitativo, sino todo lo contrario: para beneficiar a aquellos que están el poder (ellos), y hasta para producir un resultado anticipado que garantice su triunfo y su permanencia en el poder.

Lastimosamente, las encuestas y la historia de América Latina también nos dicen que en nuestra región no tenemos una tradición, o peor aún, una cultura democrática. Nuestra gente es muy práctica: si está bien, lo perdona casi todo. Nunca pensé que los ciudadanos que vivían y que viven bajo la falsa tutela del socialismo del Siglo XXI no se daban cuenta de que sus líderes ejercían una retórica falsa y radical, que se beneficiaban del poder, que abusaban del ellos, que malgastaban sus recursos en grandes viajes, en aviones lujosos con delegaciones interminables para asistir a encuentros en los cuales se alababan a ellos mismos. La gente sabía todo eso (y las encuestas lo demostraban), pero no estaba dispuesta (y entiendo sus razones) a arriesgar el bienestar y las prebendas, aún sabiendo que estas no eran sostenibles por esos abusos.

La realidad es que Venezuela vive ahora el resultado del despilfarro, la irresponsabilidad, la violencia, la incapacidad de sus líderes, que han estado en el poder por más de 15 años y el fracaso (repetido siempre en la historia) de un sistema que ya ha colapsado. La realidad es que, a diferencia de otros países (como Ecuador), el costo y el precio de esa crisis ya está en las calles: los ciudadanos lo pagan todos los días a los precios astronómicos de los pocos productos de la canasta básica, si los pueden encontrar.

Entonces, respondiendo a la pregunta de quién ganará en Venezuela el 6 de diciembre y qué pasará con el socialismo del siglo XXI, respondo con claridad que más allá del resultado (amarrado o no), la suerte ya está jugada: la gente votará como siempre, con base en lo que vive en su vida cotidiana, que en estos casos es casi desesperada. Aquellos líderes del siglo XXI que hayan creído que sus votantes les deben gratitud o peor aún, lealtad ideológica... se equivocaron de principio a fin.