Siria: una prueba a la línea roja de Trump
Nota del editor: Christiane Amanpour es corresponsal internacional jefe de CNN. Las opiniones expresadas aquí son de su propia responsabilidad.
(CNN) -- Por primera vez en la guerra civil de seis años en Siria, Estados Unidos ha hecho cumplir su voluntad, desafiando lo que el presidente Donald Trump dijo sobre lo que sería ir "más allá de una línea roja" para él.
Como dijo el secretario de Defensa británico Michael Fallon en Sky News, el uso de armas químicas por parte de Bachar al Assad representó para el gobierno de Trump su primera prueba importante, y Estados Unidos respondió en un esfuerzo para disuadir el uso ilegal de armamento de destrucción masiva por el régimen de Damasco.
Y para muchos, el ataque estadounidense se centra en el problema real: el propio Bachar al Assad.
Los relatos sobre Siria han sido tan confusos como la interminable metamorfosis de bandos y aliados envueltos en esta guerra.
Desde el surgimiento de ISIS en el 2014, ha habido un discurso uniforme: Bachar al Assad es un hombre malo y debe irse, pero el verdadero problema es el terrorismo radical yihadista.
Pero eso siempre nos ha hecho que no veamos una parte importante de la imagen, según los opositores de Al Assad: este presidente y hombre fuerte califica a cualquier opositor como terrorista, y, de hecho, comparte la responsabilidad por el aumento de ISIS en el interior de Siria al abrir sus cárceles en el 2011 al comienzo de la guerra y liberar a violentos prisioneros islamistas para que lucharan contra la oposición moderada.
El presidente Trump ha llevado a cabo un cambio de 180 grados en esta cuestión. En el 2013, le pidió al presidente Obama que no impusiera su línea roja cuando Al Assad utilizó por primera vez el gas sarín y mató a más de 1.400 personas cerca de Damasco.
Como candidato a presidente, Trump luego acusó a Obama de no tomar una postura bastante dura en cuanto a Siria, e incluso dijo que Estados Unidos debería combatir tanto a ISIS como a Al Assad. Pero después del ataque químico de este martes en la provincia de Idlib que mató a más de 80 personas, entre ellos 26 niños, Trump dijo que su "actitud hacia Siria y Al Assad" había "cambiado mucho".
De pie en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca junto al Rey Abdalá de Jordania, un presidente Trump, visiblemente trastornado, describió a los inocentes hombres, mujeres e "inocentes inocentes bebés, pequeños bebés" que habían padecido una muerte lenta y horrible.
Dijo que ahora era su responsabilidad el responder ante este ataque químico: "Tendré esa responsabilidad y la llevaré muy orgulloso".
Después hablé con Kassem Eid, un activista y excombatiente de la oposición que sobrevivió a ese primer ataque con sarín en agosto del 2013. Me dijo que las fuertes palabras del presidente Trump le hicieron sentir "esperanza nuevamente".
(Vea también: Así fue el discurso de Trump tras ataque de Estados Unidos a base área en Siria).
"Hemos sido abandonados a nuestra suerte para que suframos y seamos masacrados y asesinados, mientras que se convirtió a los seres humanos en números, en estadísticas", dijo.
Días antes del ataque químico de Al Assad, Estados Unidos había dicho que sólo se centraría en ISIS, no en el presidente sirio. "Nuestra prioridad ya no es sentarnos y concentrarnos en derrocar a al Assad", dijo la embajadora británica Nikki Haley el viernes pasado, según la agencia AFP.
Habiendo abandonado su mantra según el cual "Al Assad se debe ir", gran parte de la comunidad internacional está admitiendo nuevamente que el principal obstáculo para la paz en Siria es su presidente y que no puede haber futuro para Siria con él al mando.
"Estamos tratando de conseguir que las partes en Siria se pongan de acuerdo sobre una situación en la que el presidente Al Assad no desempeñe papel alguno", aseguró Fallon.
"Lo que ocurrió en Idlib este martes", dijo el portavoz presidencial turco, Ibrahim Kalin, "demostró una vez más que el sangriento régimen de Al Assad muestra un total desprecio por la perspectiva de una transición política y los esfuerzos para hacer cumplir el alto el fuego".
Los líderes de Francia y Alemania publicaron una declaración conjunta que insta a una transición política. El ataque ha sido ampliamente elogiado por aliados de Estados Unidos, incluso por aquellos que todavía se preocupan y se preguntan cómo será una política exterior de Trump. Y los adversarios estadounidenses han sido más bien mesurados.
Rusia, el principal protector militar y político de Al Assad, condenó la maniobra, calificándola como un acto de agresión y prometiendo "reforzar y aumentar la eficacia de los sistemas de defensa aérea de las fuerzas armadas sirias".
Pero el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, también dijo que el daño a las relaciones entre Estados Unidos y Rusia no conduciría a una "situación irreversible", y aún se mantiene en agenda la visita del secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, al presidente Vladimir Putin la próxima semana en Moscú.
China, cuyo máximo líder estaba cenando con el presidente Trump en Florida en el mismo momento en que se estaba llevando a cabo el ataque, también se ha medido, primero condenando el uso de armas químicas y luego expresando una oposición general al "uso de la fuerza en los asuntos internacionales".
A pesar de la retórica en contra de Al Assad, Tillerson se apresuró a decir que la política estadounidense no había cambiado, y no hay indicios de ninguna acción militar para derrocarlo.
ISIS sigue siendo el foco, y las fuerzas respaldadas por Estados Unidos continúan rodeando Raqqa, su base en Siria, como punta de lanza de una ofensiva diseñada para aniquilar al grupo terrorista.
Todo lo que sabemos con certeza es que el presidente Trump ha dado un paso decisivo para demostrar que Estados Unidos ya no tolerará el uso de armas químicas por parte del dictador sirio.