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Esto es una prueba

Animales

¿Quién tiene realmente la culpa por el ataque del león marino?

Por Danny Cevallos

Nota del editor: Danny Cevallos es analista legal de CNN, abogado criminalista y socio de Cevallos y Wong, que trabaja en Pensilvania y las Islas Vírgenes estadounidenses. Síguelo en Twitter: @CevallosLaw.. Las opiniones expresadas en esta columna son de su entera responsabilidad.

(CNN) -- El video muestra a una niña que es agarrada por un león marino y arrastrada al agua este sábado en Columbia Británica. La familia de la niña supuestamente estaba alimentando al animal y silbaba o sostenía sus manos sobre el agua, como si estuvieran sosteniendo un regalo. El video muestra al animal envalentonado (de la familia de los otariinae) emergiendo del agua y, en un veloz movimiento, agarrando el vestido de la niña y jalándola hacia abajo.

Un hombre saltó para rescatarla y fue rápidamente sacada del agua al muelle. Pero no se equivoquen en lo que están pensando: ella pudo caminar y alejarse no porque hubiera sido salvada. Está viva porque no es apetecible para los leones marinos. Fácilmente esto hubiera podido terminar en una (muy prevenible) tragedia.

Simplemente parece que no aprendemos.

Los animales salvajes no son nuestros amigos.

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¿Alguien es responsable en este caso? No. Primero, esto sucedió en Canadá. Las leyes de lesiones personales en Estados Unidos y Canadá tiene procedimientos similares, pero se considera que Canadá es una jurisdicción más conservadora, menos favorable a los demandantes.

Segundo: no hubo lesiones reales. Claro, la niña se aterrorizó, pero la frase “fue aterrador” simplemente no es un factor importante para casos de lesiones personales; cosas como fémures destrozados o roturas del manguito rotador sí generan daños.

Tercero (tema recurrente en la ley): si miramos hacia atrás, a la época de los antiguos romanos, nos encontraremos con esta advertencia básica: mantente alejado de los animales salvajes, porque son impredecibles.

La ley romana dividía a los animales en dos grupos, una distinción que aún hoy persiste. La primera clase de animales son los domitae naturae or mansuetae naturae, lo que quiere decir domados o domesticados. Por el otro lado están los animales ferae naturae, que son los animales salvajes, sin domesticar.

Nunca, en toda la historia que ha sido documentada, los leones marinos han aparecido como animales domesticados. Claro, no suelen devorarnos, pero tampoco han mostrado precisamente ningún interés en ser amigos de los seres humanos.

Los propietarios en Estados Unidos y en Columbia Británica, como los dueños de un embarcadero en el océano, “no poseen” a leones marinos nativos que juguetean alrededor del muelle. Por lo general, los animales salvajes suelen ser impredecibles e imposibles de controlar, con lo cual el propietario no es legalmente responsable por ellos cuando merodean cerca de los humanos y los atacan.

Existen excepciones a la regla: como cuando el propietario capturó al animal salvaje o lo mantiene encadenado en su propiedad para exhibirlo. ¿Qué sucede si los dueños del embarcadero, deliberadamente, tiran al agua intestinos de pescado para atraer leones marinos, lo que a su vez atrae a turistas que pagan? Legalmente, es una llamada más cercana.

Es más, un muelle pesquero probablemente derrame muchos intestinos de pescado como un subproducto de su negocio. El hecho de que los leones marinos sean bienvenidos o un fastidio puede depender de hechos como si hay señales de advertencia.

No existe una regla rígida, pero un demandante tiene que superar la suposición de que los animales salvajes a veces atacan y nadie tiene la culpa de eso.

En general, alimentar o acercarse a los animales salvajes suele ser una práctica ilegal. La mayoría de las leyes están diseñadas para prevenir que una persona le haga daño a otra persona o a la sociedad en su conjunto. Otras leyes están diseñadas para protegernos de herirnos a nosotros mismos (las leyes sobre cinturones de seguridad y cascos son dos ejemplos de eso). Entre ellas, las leyes que prohiben alimentar o tratar de entablar amistad con un animal salvaje.

Ahora bien, la gente sigue estando obsesionada con acercarse a los animales salvajes. Es ilegal porque no es seguro.

Mi madre, por ejemplo, es una de esas hippies que aman a los animales y quiere vivir en una pradera con los mapaches acurrucados al lado de ella y las aves aterrizando en sus brazos extendidos, como en Snow White (Blancanieves).

Cuando los ciervos deambulan por su jardín, se acerca todo lo que puede para alimentarlos. Pasa que ella no entiende que los ciervos nunca la van a abrazar para agradecerle por todas esas migajas de pan. Lo que sí podrían darle es la enfermedad de Lyme o una leve cornada.

La sociedad ha enviado un mensaje lo más claro posible: deja tranquilos a los animales salvajes. Pero algunas personas, como mi madre, aún no escuchan.