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Esto es una prueba

Donald Trump

Donald Trump

Trump terminó una crisis que él mismo creó justo donde la comenzó: en Twitter

Por análisis de Stephen Collinson

Washington (CNN) -- El presidente Donald Trump finalmente, a regañadientes, no tuvo más remedio que sincerarse.

Su admisión de este jueves en Twitter según la cual no grabó en secreto sus conversaciones con el despedido director del FBI James Comey (luego de haber planteado la posibilidad de que lo hubiera hecho) le puso fin a una charada de seis semanas que dañó su presidencia y puso en duda su credibilidad personal.

Fue un nuevo giro surrealista a una presidencia que a menudo ya ha estirado los límites de la credulidad, y ha desafiado las convenciones sobre el decoro y la seriedad esperada en el comportamiento de la persona que ocupa el cargo en sí mismo.

Después de semanas de especulación, el presidente pronunció un mea culpa, un paso del que no tenía escapatoria, con cierto resentimiento, en consonancia con su renuencia a admitir públicamente el error.

Donald Trump, presidente de Estados Unidos. (Crédito: NICHOLAS KAMM/AFP/Getty Images)

"Con toda la recientemente reportada vigilancia electrónica, interceptaciones, desenmascaramiento y la filtración ilegal de información, no tengo ni idea si hay cintas o grabaciones de mis conversaciones con James Comey. No hice y no tengo tales grabaciones", escribió Trump en un par de tuits.

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Su declaración fue seguida por un intento ahora ya tradicional en la Casa Blanca de evitar la rendición de cuentas ante un episodio embarazoso. La elección de Trump de Twitter como medio para entregar su mensaje no lo expuso a un contrainterrogatorio o a un escrutinio por parte de los periodistas. La Casa Blanca, por su parte, prohibió la cobertura televisiva en vivo de su información diaria, permitiendo que sólo una grabación de audio sea difundida luego.

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No hay duda de que el tema de las cintas en su totalidad representa un grave paso en falso por parte del presidente, que puso a su Casa Blanca en un peligroso camino político y legal.
"¡James Comey debe esperar mejor que no haya 'cintas' de las conversaciones, antes que comience a filtrar a la prensa", tuiteó Trump el 17 de mayo.

El tuit causó un alboroto, aumentando inmediatamente comparaciones con el sistema de grabación de la era Watergate que causó la caída del presidente Richard Nixon, y demandas para que Trump entregue inmediatamente cualquier grabación.

"Oh, señor, espero que haya cintas"

Si se trataba de un intento de intimidar a Comey, como muchos han especulado, le salió el tiro por la culata espectacularmente. Comey testificó ante el comité de inteligencia del Senado a principios de este mes que vio el tuit de Trump y se despertó en medio de la noche unos días más tarde, dándose cuenta repentinamente que cualquier grabación podría corroborar su versión de las conversaciones con Trump que lo dejaron profundamente incómodo.

"Oh, señor, espero que haya cintas", dijo Comey en la audiencia.

James Comey

El exjefe del FBI dijo que como resultado del tuit le pidió a un amigo que compartiera el contenido de sus memorandos con un reportero, con la esperanza de que condujera a la designación de un fiscal especial.

Ese fiscal especial (Robert Mueller) que fue designado como un resultado directo de lo que ahora parece un tuit profundamente mal aconsejado de Trump, ahora plantea una grave amenaza a toda su presidencia con una investigación sobre la supuesta connivencia de funcionarios de campaña con la interferencia rusa en las elecciones estadounidenses, que podría derivarse en direcciones impredecibles.

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Un claro efecto del tuit de Trump de este jueves significa que la explicación de lo que sucedió en las conversaciones entre el presidente y Comey ahora se basa en la palabra de un hombre contra el otro. Aparentemente no hay cintas que puedan confirmar lo que sucedió exactamente en esas charlas.

Pero Comey ya ha entregado al fiscal especial sus memorandos de conversaciones en las que dijo que Trump le pidió que relajara las investigaciones en contra del consejero de seguridad nacional Michael Flynn, le pidió lealtad y quiso que asegurara públicamente que el propio presidente no estaba bajo investigación.

Ahora le queda a Mueller decidir si las acciones de Trump en sus interacciones con Comey equivalen a un intento de obstrucción a la justicia.
El tuit original puede ser considerado como evidencia mientras Mueller trata de averiguar si el presidente estaba tratando de intimidar a Comey.

Sin arrepentimientos

Sin embargo, la Casa Blanca se aferró a la línea de que a pesar de las consecuencias negativas del episodio de las grabaciones, el presidente no tendría remordimiento alguno.
"No lo creo", dijo la subsecretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, cuando se le preguntó si Trump desea en este momento no haber escrito el tuit en primera instancia.

Sanders no divulgaría muchos otros detalles sobre la motivación de Trump acerca de la advertencia de las posibles grabaciones de Comey, o por qué sumergió a la nación en un misterio de seis semanas de duración, un período en el que se le vio insultando a reporteros, diciendo que iban a estar "muy decepcionados" cuando se revelara la verdad.

"No creo que haya sido un juego", dijo Sanders en la no televisada sesión informativa, y pareció sugerir que la intención original del presidente era presionar al exdirector del FBI para que dijera la verdad.

"Ciertamente pienso que el presidente esperaría que el exdirector dijera la verdad, pero creo que se trata más bien de plantear la cuestión de la duda en general", dijo.
Pero un asociado de Trump que habló con el presidente esta semana le dijo a Jeff Zeleny, de CNN, que "si él no se arrepiente de esto, debería hacerlo".

La persona también dijo que Trump estaba entretenido con toda la obsesión de los medios de comunicación por el tuit original, planteando la posibilidad de que, como tantas veces antes, el presidente está usando teorías de conspiración y provocando indignación para dominar la conversación política en Washington, con él mismo en el centro de la tormenta.
La manera en que Trump admitió que no había grabaciones fue consistente con la manera en que se ha ocupado de los retrocesos que son personalmente embarazosos para él durante su estadía en el cargo.

Reacio a admitir errores

Se sabe que el presidente se muestra reacio a admitir públicamente que ha cometido un error. En septiembre pasado, por ejemplo, Trump finalmente repudió su largamente expuesta teoría de la conspiración según la cual el presidente Barack Obama no había nacido en Estados Unidos.

Pero la admisión se produjo sólo al final de un farragoso evento en su nuevo hotel en Washington, que incluyó un cálido testimonio público de parte de los veteranos hacia su personalidad.

Esa admisión vino con una nueva teoría de la conspiración. "Hillary Clinton y su campaña del 2008 comenzaron con la controversia del nacimiento. Yo la terminé, ya sabes a lo que me refiero", dijo Trump, acusando a su entonces rival demócrata.

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En el caso de su tuit de este jueves, Trump cubrió su vergüenza al sugerir de nuevo que algo nefasto estaba en marcha, al plantear la posibilidad de que hubiera grabaciones en la Casa Blanca sin su conocimiento, en lo que se configura en una nueva afirmación sin corroboración.
Los críticos de Trump inmediatamente tomaron cuenta de su admisión sobre las grabaciones para plantear sus preocupaciones acerca de su idoneidad para la presidencia.

"Ha habido muchas declaraciones surrealistas y extrañas de Donald Trump desde que se convirtió en presidente, pero parece que tiene la capacidad de superarse a sí mismo", dijo el senador demócrata Richard Blumenthal en CNN.

Trump, como comandante en jefe, tiene la autoridad de conocer cualquier acción encubierta que esté siendo realizada por agencias de inteligencia o cualquier vigilancia electrónica en la Casa Blanca, dijo Blumenthal.

"Decir que no tiene idea es absolutamente absurdo y realmente un insulto a la inteligencia del pueblo estadounidense", añadió Blumenthal.
Pero otros demócratas sugirieron que no necesariamente creerían las palabras de Trump en un tuit para darle fin al episodio.
"Prefiero tener algo por escrito", dijo Adam Schiff, el principal demócrata en la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes.
El panel había establecido una fecha límite de este viernes para que Trump entregara cualquier cinta, lo que podría haber precipitado su admisión de este jueves.