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Esto es una prueba

Donald Trump

Donald Trump

Trump habló en la ONU como ningún presidente estadounidense le había hablado al mundo

Por análisis de Stephen Collinson

(CNN) -- En su debut en la Asamblea General de Naciones Unidas, el presidente de Estados Unidos Donald Trump aplicó su personalidad disruptiva, belicosa y nacionalista que destrozó las normas políticas estadounidenses y señaló un intento para transformar el papel de Estados Unidos en el mundo y el propio sistema internacional.

“Debemos trabajar juntos y confrontar juntos a aquellos que nos amenazan con caos, turbulencia y terror”, dijo Trump en un sondeo de la geopolítica global que fue comparado a su discurso inaugural hace ocho meses.

Fue oscuro y con un dejo de autoritarismo lleno de amenazas: ninguno de sus predecesores, por ejemplo, se paró frente a la cámara de la ONU y amenazó con borrar a un país del planeta (en este caso, Corea del Norte). El presidente culpó a los “estados canallas” y derrochó retórica al estilo George W. Bush para poner a Pyongyang, Irán, Venezuela y Cuba bajo aviso.

“Fue, de muchas maneras, un discurso muy revolucionario”, dijo Nile Gardiner, analista de la conservadora Heritage Foundation, que elogió a Trump por su discurso “asertivo y agresivo” y por romper con la doctrina más multilateral “diferencial” del gobierno del presidente Barack Obama.

Sustancia y grandilocuencia

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Pero aunque las amenazas de Trump se tomaron los titulares, su discurso —la suma más abarcadora de su visión global que jamás haya intentado— contenía tanto sustancia como grandilocuencia.

Proporcionó un plan para el Trumpismo global y trató de volver la ira antigloblalista que impulsó su campaña presidencial y movimientos populistas en todo el mundo, en una teoría internacional coherente. También fue una señal de que aunque muchos defensores del nacionalismo económico han dejado su gobierno, la filosofía arde profundamente en su corazón.

Los seguidores de Trump —para quienes su discurso fue parcialmente dirigido mientras empañaba algunas posiciones de campaña— se deleitarán con el imaginario de “tipo malo” y una visión que estuvo libre de matices y corrección política.

Pero los líderes extranjeros —a quienes Trump puede pedirles sacrificios militares en algún momento— ya desconfían del enfoque de Trump y pueden cuestionar su llamado a compartir las cargas cuando él ni siquiera ha mencionado una amenaza que muchos ven como primordial: el calentamiento global.

Y como siempre con Trump, hay preguntas de consistencia y tono. Él nunca ha estado limitado por una doctrina o un principio y podría no sorprender a nadie si tuitea sentimientos que contradigan su gran aparición en la ONU en los próximos días. Finalmente ya hizo girar algunas cabezas al brindar por el “potencial” de la ONU, después de despotricar de la ONU durante años.

Aún tomando su valor nominal, el discurso del martes de Trump puede ser visto como un momento histórico en su presidencia.

El exmagnate de los bienes raíces y estrella de televisión dibujó una línea bajo los 70 años de liderazgo de Estados Unidos que en general, aunque no exclusivamente, trató de reunir al mundo detrás de una visión común del internacionalismo.

En cambio, ofreció un “realismo de principio” —un concepto que le permite a naciones “soberanas” el derecho de seguir sus propios intereses sin trabas por la burocracia, negocios globales o el multilateralismo— una visión que no solo está relacionada con los principios políticos de Trump, sino que refleja cómo ha vivido su vida.

Y resulta que “America First” no solo significa que Estados Unidos puede seguir sus intereses individuales, sino que también todo el mundo puede hacerlo; algo que puede ser favorable en capitales como Moscú y Beijing donde el concepto de “soberanía” es un valor político fundamental.