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El Apunte de Camilo

Gente como uno

Por Camilo Egaña

Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de "Camilo". Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.

(CNN Español) -- Dicen que el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez, es un golpista y un asesino.

Es lo que dicen los que apoyan al presidente Daniel Ortega; aseguran que el sacerdote encabeza una conspiración para acabar con el Gobierno.

Medios de comunicación afines al Gobierno han publicado una denuncia de la llamada comunidad de base San Pablo Apóstol.

Se trata del supuesto audio de una reunión que ellos califican como conspirativa, y que, siempre según su versión, tuvo monseñor Báez, con supuestos líderes campesinos, para desestabilizar al gobierno de Daniel Ortega.

Ana Quirós, miembro de la Unidad Nacional Azul y Blanco, dijo a CNN que es "una medida desesperada del Gobierno por tratar de desprestigiar la figura de monseñor Báez y la Conferencia Episcopal que, de acuerdo con las encuestas, es la institución más creíble".

Monseñor Báez es un hombre jovial y listo como pocos. Es uno de los obispos más críticos del orteguismo, y apoya a los que piden un cambio de rumbo en Nicaragua.

En un país católico hasta el tuétano, con un gobierno que se dice "cristiano y socialista" y una oposición que se reconoce junto a Cristo y una virgen queridísima, la Purísima Concepción de María, la patrona de Nicaragua, la Iglesia católica ha dejado a un lado esa pátina de apoliticismo y asepsia ideológica y exige el respeto a los derechos humanos y la restauración de la institucionalidad.

Es la misma Iglesia que ha sufrido la violencia de los paramilitares o los "policías voluntarios" como les llama el presidente Ortega. Y que no ha callado y que ha protegido a los estudiantes en sus templos.

Pero... ¿eso la convierte en una iglesia de golpistas y asesinos?

¿Por qué en Nicaragua quien no está a favor del Gobierno es en sí mismo un golpista?

El problema básico de la llamada justicia revolucionaria en Nicaragua es que, a sus ojos, todos son terroristas, asesinos y golpistas. Sin matices y eso resulta imposible de creer y de sostener. Si de veras todos los que Managua tacha de golpistas lo fueran, ya habría caído el gobierno de Ortega. Y peligraría la estabilidad política de toda Centroamérica.

La llamada justicia revolucionaria en Nicaragua no puede ignorar que sin matices nadie puede hacer justicia. Y que la generalización es cosa de gente muy básica y peligrosa. Como los que aseguran en Estados Unidos que el Partido Demócrata es un partido socialista y de extrema izquierda. Como Fidel Castro y sus llamados “gusanos”: bajo esa sombrilla el gobernante incluía a sus detractores y a sus compañeros de ruta que se atrevían a cuestionar sus ideas. Para Fidel, todos eran gusanos, todos eran escoria.

Es cierto que en la viña del señor hay de todo, pero yo he conocido a muchos de aquellos gusanos que hoy  andan desperdigados por medio mundo: académicos e investigadores en universidades prestigiosas; trabajando en un supermercado o en un canal de televisión, recibiendo aplausos con su arte, o desvelándose para estirar la plata con la que quieren poner su primer negocio fuera de la isla. Gente como uno, que se espanta cuando alguien dice de cualquiera que es... un terrorista.