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Guerra comercial EE.UU.-China

Guerra comercial

Los riesgos de la apuesta de Trump por la guerra comercial con China

Por Donna Borak

Washington (CNN) -- La guerra comercial del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se volvió más complicada, y no está nada claro si logrará un acuerdo antes de que los votantes estadounidenses se dirijan a las urnas el próximo mes de noviembre.

Trump se ha visto cada vez más frustrado por una grave falta de progreso en las conversaciones comerciales con China después de pensar que había logrado avances en su reunión con el presidente Xi Jinping al margen de la cumbre de líderes del G20 en Osaka, Japón, según varios funcionarios familiarizados con las opiniones de Trump. Desde entonces, el presidente y otros personajes se han vuelto más pesimistas durante la semana pasada respecto a que un acuerdo comercial sea posible en el corto plazo, y Trump ha actuado en contra del consejo de asesores económicos clave.

LEE: La guerra comercial de Trump con China está empezando a salirse de control

La semana pasada, Trump sorprendió tanto a China como a los inversionistas al amenazar con aplicar un arancel del 10% sobre bienes por valor de 300 mil millones de dólares a partir del 1 de septiembre, y luego, el lunes, tomó represalias rápidamente al etiquetar al país como manipulador de divisas después de que Beijing permitió que su moneda se debilitara y dijera que suspendería las compras de productos agrícolas estadounidenses.

"Como han aprendido en los últimos dos años, nuestros grandes agricultores estadounidenses saben que China no podrá lastimarlos porque su presidente los apoyó e hizo lo que ningún otro presidente haría. ¡Y lo volveré a hacer el año que viene si es necesario!", tuiteó Trump el martes por la mañana.

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La decisión del presidente de etiquetar a China como manipulador de divisas se produjo meses después de que sus principales asesores económicos, incluido el secretario del Tesoro Steven Mnuchin y su exasesor Gary Cohn, trataran repetidamente de disuadir a Trump de la provocación, argumentando que podría ser más dañina a largo plazo.

Ahora, el desafío político para Trump es mantener su promesa de campaña de 2016 de vencer a China y al mismo tiempo correr el riesgo de socavar su propia economía y su mercado de valores, su barómetro de medición favorito en su presidencia.

"Ahora se enfrenta al dilema de que estas acciones contra China y otros socios son malas para la economía estadounidense, malas para la economía global", dijo David Dollar, un exfuncionario del Departamento del Tesoro que ahora está en la Brookings Institution.

"Podría empeorar mucho y eso tendría un gran efecto en las perspectivas de reelección para un presidente en ejercicio", dijo Dollar. "Por otro lado, prometió ponerse muy duro con China".

Goldman Sachs advirtió a clientes esta semana que un acuerdo comercial "ahora parece muy lejano" porque los funcionarios en Washington y Beijing están "tomando una línea más dura".

"Si bien habíamos asumido anteriormente que el presidente Trump se daría cuenta que alcanzar un acuerdo sería más ventajoso para sus perspectivas de reelección rumbo a 2020", escribió el economista jefe de Goldman Sachs en el informe, "ahora estamos menos seguros de que esta sea su opinión".

El martes, el banco central chino se opuso a la declaración de Trump, argumentando que Estados Unidos "sufrirá" en última instancia por la decisión y que provocaría una crisis adicional en el mercado financiero y en la recuperación de la economía global. "La parte china aconsejó a Estados Unidos que se mantenga en los límites y vuelva a la senda correcta de racionalidad y objetividad", según un comunicado del Banco Popular de China.

Larry Kudlow, el principal asesor económico de Trump, intentó el martes enviar un mensaje de confianza a los mercados, diciendo a periodistas que la puerta está "abierta para negociaciones adicionales con China". Dijo que el gobierno todavía planea una reunión con los negociadores comerciales chinos en la Casa Blanca para septiembre.

La estrategia agresiva de Trump de acumular miles y miles de millones de aranceles para obligar a China a ir a la mesa de negociaciones ya ha mostrado signos de una desaceleración de la economía de EE.UU. y en todo el mundo, ya que las empresas se han mantenido al margen reacias a realizar inversiones y compras debido a la persistente incertidumbre.

Aun así, dicen los economistas, el presidente parece apostar al hecho de que tiene algo que le asegura que la Reserva Federal continuará reduciendo las tasas para evitar que la economía se enfríe y que un acuerdo presupuestario de dos años aumente el gasto significativamente para ayudar a estimular la economía de EE. UU. mientras se dirige a las elecciones de 2020.

"Corre un gran riesgo", dijo Maurice Obstfeld, profesor de economía en la Universidad de Berkeley. "Le está apostando a que la economía es lo suficientemente fuerte y que la Fed será lo suficientemente reactiva como para poder agitar estas guerras comerciales y monetarias y salir victorioso sin dañar demasiado la economía, pero puede que se esté engañando a sí mismo".

¿China se planta?

Después de declarar en marzo de 2018 que "las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar", a finales del mes pasado Trump abrió la puerta a reconocer públicamente, por primera vez, que China, probablemente, avanzará lentamente para cerrar cualquier acuerdo hasta después de las elecciones de 2020, especulando que querrán esperar y ver el resultado primero.

Y hasta ahora, China parece estar más dispuesta a absorber un mayor golpe económico en lugar de ceder a las demandas de Trump, pues parece querer participar en un largo juego de estrategia que probablemente durará incluso hasta un segundo mandato presidencial del exmagnate inmobiliario de Nueva York.

"Tiene toda la razón en cuanto a que los chinos están tratando de plantarse hasta después de las elecciones", dijo Derek Scissors, un experto en China del laboratorio de ideas conservador American Enterprise Institute, que ocasionalmente ha asesorado al Gobierno de Trump.

"Absolutamente correcto", agregó Scissors. "Son abiertos al respecto en conversaciones privadas. Su argumento es que no piensan que él sea un socio comercial confiable".

Estrategia agresiva

Como candidato, e incluso ahora como presidente, Trump ha tratado de presentarse como el principal ejecutivo del país que puede ganar los mejores acuerdos y luchará para proteger los mejores intereses del país. Pero ambos objetivos a menudo se oponen el uno ante el otro mientras trabaja para llegar a un acuerdo con Xi, quien ahora enfrenta su propia presión doméstica para someterse a las demandas de Estados Unidos.

Trump ha destrozado la estrategia habitual de Washington en favor de un enfoque menos ortodoxo en lo que respecta a su política económica, especialmente en cuanto al comercio.

En mayo, tomó la decisión inesperada de abandonar las conversaciones y amenazar con aranceles a China después de que los negociadores cambiaron el panorama, volcando la confianza de que los formuladores de políticas, y mucho menos los mercados e inversores, podrían predecir con confianza el futuro.

"Lo que está haciendo es tratar de crear la imagen de un presidente que está luchando contra enemigos extranjeros para proteger la economía de Estados Unidos, particularmente el sector manufacturero comercial", dijo Obstfeld. "Esta es una especie de su personalidad política de ser un luchador en el frente comercial".

Kaitlan Collins y Kevin Liptak de CNN contribuyeron a este informe.