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OPINIÓN | Si lo de Trump sobre las mascarillas es en serio, son buenas noticias

Por S.E. Cupp

Nota del editor: SE Cupp es comentarista política de CNN y presentadora de "SE Cupp Unfiltered". Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente suyas. Ver más artículos de opinión sobre cnne.com/opinion.

(CNN) -- En política presidencial es difícil medir la grandeza. Hay un sentido general de la talla de un presidente medida por sus logros y establecida en el contexto de los desafíos que enfrentó. Tenemos la sensación general de que Abraham Lincoln, John F. Kennedy y Ronald Reagan fueron grandiosos no solo en su temperamento y tono, sino también por las circunstancias considerables en las que gobernaron.

Es mucho, mucho más fácil medir debilidad, pequeñez y fracaso. Y en el caso del presidente Donald Trump, podemos medir trágicamente su fracaso en las vidas estadounidenses perdidas durante esta pandemia. El costo de la inseguridad patológica de Trump, su ego desmesurado y su incompetencia de rango es un fracaso para proporcionar el liderazgo nacional que podría haber evitado al menos algunas de las aproximadamente 140.000 muertes por covid-19 en Estados Unidos.

Eso se debe a que se necesitó mucha gente –y meses de conversación– para que el presidente finalmente promoviera pública e inequívocamente la práctica de usar una mascarilla, salvadora de vidas, en lugares públicos.

El lunes por la noche tuiteó, como si acabara de enterarse de la idea durante un partido de golf y aparentemente sin ninguna ironía: "Estamos Unidos en nuestro esfuerzo por derrotar al Invisible Virus de China, y muchas personas dicen que es patriótico usar un mascarilla cuando no puedes distanciarte socialmente. ¡No hay nadie más patriótico que yo, tu presidente favorito!" La foto en blanco y negro que acompañaba al tuit mostraba a Trump usando una máscara facial con el sello presidencial en la esquina.

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Dejando de lado las innumerables encuestas que muestran que ciertamente no es nuestro presidente favorito, ni mucho menos, este es una causa popular que todos desearíamos que hubiera asumido mucho, mucho antes.

Biden lidera intención de voto con 55%, según encuesta 2:37

En cambio, lo vimos de manera constante y petulante resistir las órdenes de los médicos, incluso el suyo, de usar una mascarilla en público, negarse mientras recorría negocios grandes y pequeños, mientras realizaba conferencias de prensa, se reunía con veteranos y hablaba con cientos de personas en sus mítines.

Pasó meses fingiendo una especie de ambivalencia machista hacia las mascarillas, y dijo una vez: "esto es voluntario, no creo que lo vaya a hacer". Insistió extrañamente en que se negaba a usar una en público simplemente para confrontar a los medios: "Llevaba una en la zona trasera, pero no quería darle a la prensa el placer de verlo", dijo después de recorrer una planta de Ford en Michigan. Arriesgar su vida para "derrotar" a la prensa es una demostración de fuerza extraña.

Incluso llegó a desalentar el uso de mascarillas, llamándolas "espadas de doble filo" y burlándose del exvicepresidente Joe Biden por usar una, porque supongo que los hombres de verdad enferman a sus amigos, familiares y compañeros de trabajo.

Ahora, de repente, Trump sugiere que usar una mascarilla significa preocuparse por el país, algo que Biden, los demócratas y la mayoría de los republicanos del Congreso han sabido durante meses.

Por supuesto, Trump aún podría retroceder. Llevaba una mascarilla por primera vez en público cuando visitó a militares enfermos en el Hospital Walter Reed a principios de este mes, pero rechazó la idea de un mandato nacional para los tapabocas en una entrevista con Chris Wallace, de Fox News, que se transmitió el domingo. "No estoy de acuerdo con la afirmación de que si todos usaran una máscara, todo desaparecería", dijo Trump.

Aun así, por muy penoso y tardío que sea el intento de Trump de levantar su posición en las encuestas, el tuit y el gesto del lunes son mucho más que un simple simbolismo vacío.

Los seguidores más leales de Trump harán lo que él dice, sin importar cuan descortés, perjudicial o desquiciado sea, como él mismo señaló en su famosa teoría sobre un tiroteo hipotético en la Quinta Avenida.

Si ahora está rezagado usando una mascarilla y eso alienta a los votantes a usarlas en estados como Texas, Florida y Georgia, donde el virus está aumentando, esta es una muy, muy buena noticia para el resto de nosotros.

Debido a que en última instancia fue el responsable de convertir el uso de tapabocas en una guerra cultural, y una de las más tontas, contraproducentes y francamente vergonzosas de nuestras vidas, en última instancia es el único que puede terminar con esa fiebre y devolverle el sentido a los negacionistas de las mascarillas.

Yo espero que lo tuitee cada hora de cada día. Espero que ponga esa mascarilla, con su llamativo sello presidencial, en todas las ondas hercianas. Espero que venda tapabocas de marca en cada reunión y en la Convención Republicana. Porque, finalmente, aunque tomó demasiado tiempo, puede hacer algo para ayudar a salvar vidas.